Treyarch presenta el último capítulo de la franquicia Call of Duty en un ambiente enrarecido por las diversas polémicas que han acompañado a la saga tras los problemas surgidos con la cúpula de Infinity Ward. Una inmejorable ocasión para que Treyarch se reivindique y se quite el estigma de ser denominado como el segundo equipo de desarrollo para la marca, que presenta con Black Ops el primer Call of Duty huérfano de padre. Y la verdad es que el estudio ha conseguido hacerse de forma holgada con la batuta de la franquicia gracias a un título que engloba un fenomenal multijugador y una trepidante campaña que se sitúa entre lo más destacado de la guerra fría con un argumento repleto de acción, intrigas, variedad y sobre todo acción, mucha acción y plomo, mucho plomo.