Splaterhouse es contundéntemente delicioso en algunos momentos e imperdonable en lo que no se le puede perdonar, pero si hay algo que no se le puede negar a la adaptación de la actual revisualización tanto gráfica como mecánica del clásico de finales de los ochenta es la honradez de su planteamiento y el tesón que la editora ha puesto para que el título viese la luz. Una recreativa que aparecía originalmente en Japón en 1988 y que fue uno de los pioneros en el género lucha/terror con una dificultad elevadísima y unos jefes finales endiablados. Ahora tras más de veinte años del lanzamiento del original, Splatterhouse regresa tal y como se le esperaba, muy sangriento y sin perder un ápice el toque arcade. Un beat´em up de los de manual.
Jugabilidad
Splatterhouse es un beat´em up que arrastra millones de litros de hemoglobina, miles de desmembramientos y gore al estilo tradicional. Eso si, como dios manda. Como se hacía en las producciones de serie B de mediados de los ochenta, género del que se recogen algunos guiños muy particulares a modo de homenaje, aunque cumple con los mismos requisitos de las producciones que homenajea. A saber: Una historia insustancial que nos viene perfecta para soltar alguna sonrisa sin tener que complicarse mucho, litros de sangre, escenas subidas de tono, casquería a raudales, descuartizamientos, una larga y problemática producción y un tío con una máscara.
Tal vorágine de gore es la prueba más reciente de la dificultad de adaptar este tipo de juegos a la vistosísima experiencia en alta definición en la que no solo sirve plantear un juego divertido y competente, que lo es, además hay que ofrecer diferentes modos de juego, si pueden ser online mejor, y algo más de variedad en los planteamientos, porque a poco que se hubieran incluido variables en su jugabilidad, profundizado más en los personajes y añadido algunos modos de juego se hubiera redondeado el asunto. Para suavizarlo un poco se han incluido los tres juegos arcade clásicos, un reclamo para los más veteranos que por fin podrán acabarse los clásicos sin gastarse el sueldo en monedas. Todo un detalle.
Rick West, estudiante universitario poco espabilado se va de visita con su novia, la inicialmente virginal Jennifer, hasta el castillo del malvado científico loco, Henry West, que claro en su papel de malvado científico loco secuestra a la novia mazizorra del atontado estudiante que se ve rescatado de la muerte por una máscara infernal con mucha mala hostia y mas mala leche, la cual convierte al pobre Rick en una auténtica bestia. A partir de ese punto el juego nos invita a avanzar hasta determinados puntos en los que tenemos que eliminar de la forma más contundente y escandalosa que podamos a las horripilantes aberraciones que pueblan estas áreas.
Durante prácticamente toda la aventura nos toca pelear y combatir con un sistema tan brutal y divertido como sencillo e intuitivo combinado en menor medida con algún puzle de resolución extremadamente sencilla. Todo a la vieja usanza, con puntos de control excesívamente separados, lo que nos obligará a repetir muchas secuencias en infinidad de ocasiones.
La sangre es el elemento más importante de la producción y todo gira alrededor de ella. La máscara demoniaca invita constántemente a nuestro protagonista a matar de las formas y maneras más brutales posibles para saciar su incesante sed de hemoglobina, recompensando al jugador de diferentes formas, ya que según vayamos acumulando liquido rojo podremos incrementar nuestro poder ampliando el número de movimientos, ataques y permitiéndonos aumentar la longitud tanto de la barra de vida, como la de regeneración. Si perdemos un brazo en un combate no pasa nada a largo plazo, pues podemos recuperar tanto la vitalidad como los miembros amputados con tan solo recoger sangre de las barras que están dispuestas a tal fin; Pero el poder de la sangre no se queda aquí, ya que una vez que tengamos a rebosar las reservas de sangre, estas se pueden usar para que Rick sufra una nueva metamorfosis que le convierte en una bestia invencible.
Gráficos
Splatterhouse dispone de un apartado técnico solvente con una estética que le viene de maravilla, ya que si por un lado el título es extremádamente duro, el aspecto con el que se ha dotado al juego suaviza en mayor medida la brutalidad de las mecánicas. El juego se mueve visualmente entre los comics y las películas de serie B que parodia, algo que hace que sea irrepetible y supone uno de los mayores aciertos de la producción.
Tanto los protagonistas como los monstruos a los que debemos enfrentarnos están bien elaborados y cuentan con animaciones de buena factura. Los escenarios no pasan por la disposición de detalles incontables, más bien se encuentran algo vacios, aunque cumplen con su labor de ambientar el juego en un mundo terrorífico y cuentan con bastante variedad y muchísima interactividad con objetos y elementos.
Audio/Sonido
La potentísima banda sonora que acompaña al título cuenta con temas metaleros de mucha calidad. El juego llega a nuestro país con las voces en inglés perféctamente traducidas en castellano, elemento importante dada la calidad de las líneas de diálogo. En este punto es donde cobra toda la importancia que merece la máscara infernal, que durante todo el juego está soltando perlas de un humor muy negro, insultos de todo tipo y calado tanto a Rick, al que no deja de picar para que le consiga más sangre, como al resto de personajes o monstruos del plantel.
Conclusiones
Splatterhouse es un beat´em up de manual que no defraudará a ningún amante de la sangre, el gore y a todo aquel que espere un juego sin complicaciones que le brinde combates brutales, mucha sangre y humor negro. El conjunto se completa con un notable apartado técnico y unos sorprendentes y valientes diálogos que a buen seguro arrancarán más de dos sonrisas a cualquier adulto que se enfrente a este bizarro festival de sangre y vísceras. La concepción del juego está bien planteada pero seguramente algo más de profundidad en las mecánicas y algunos modos más le hubieran brindado un peso mayor.