Sin querer adelantar acontecimientos, es necesario advertir antes de zarpar que este ‘Rogue’ bebe mucho de los dos títulos predecesores, por lo que ciertas mecánicas como las batallas navales se mantienen intactas, con todo lo que ello conlleva. Podría decirse que estamos ante un título cuya ambición y reclamo se traduce en dar a conocer el otro lado, el bando opuesto de la historia, pues en la parte jugable volvemos a encontrarnos con un proyecto continuista que no logra sorprender aunque sea emocionante.
Un nuevo enfoque bajo las mismas mecánicas
A diferencia del excelente ‘Assassin’s Creed Unity’, ‘Rogue’ mantiene una ambientación vista en anteriores ocasiones que se sitúa entre ‘Assassin’s Creed III’ y ‘Black Flag’, en un periodo que nos llevará a la Guerra de los Siete Años franco-índia. Nuestro protagonista y asesino inicial es ‘Shay Patrick Cormac, un irlandés integrado dentro de la hermandad que verá, durante las primeras horas de juego, que los conceptos que predica su credo son cuestionables, llevándole directamente a recalar en bando contrario.
Obviaremos cualquier detalle que destripe el enfoque que ha tomado ‘Rogue’, pues éste es precisamente el principal reclamo del capítulo. Nos limitaremos a decir que, en el mundo fuera del Animus, encarnamos a un trabajador anónimo de Abstergo que descubre ciertos errores en la línea genética de Shay, lo que le llevará a deambular por las oficinas de la corporación con el objetivo de descubrir detalles del nuevo equipo. Puzles, vista en primera persona y un cambio por completo en la jugabilidad nos aguardan una vez que despertados del Ánimus, y, siendo francos, vivir la historia desde esta nueva óptica es de lo más divertido de ‘Rogue’.
Reviviendo el pasado el jugador se encontrará de nuevo con la ciudad de Nueva York ya vista en ‘Assassin’s Creed III’, River Valley y el Atlántico Norte, localizaciones colocadas estratégicamente en el mapa para que el jugador deba, otra vez, surcar los mares con un nuevo navío: el Morrigan. Sin entrar en polémicas sobre la necesidad de recurrir a batallas navales, cuestionadas por parte de los seguidores de la serie, tan solo advertir que gran parte del videojuego transcurre en mar abierto, con una serie de claros objetivos con los que ir aumentando las capacidades del barco y la tripulación mientras se desarrolla la historia. De hecho, la recogida de materiales -ya sea abordando barcos y saqueándolos, o recogiendo los pedazos de un buque destruido- es una necesidad en algunos puntos de la aventura, pues los combates navales no son tan permisivos como antaño. En cualquier caso, la mecánica dispuesta para ir mejorando el barco en puerto funciona, y resulta satisfactorio comenzar con un navío cochambroso para terminar dirigiendo un auténtico coloso que podría surcar los siete mares.
En tierra firme nos encontramos con las mismas premisas que vienen repitiéndose desde hace años: ocultarse entre las multitudes, pasar desapercibido, librar batallas contra hordas de enemigos y hacer parkour a todos los niveles. Los seguidores de la franquicia encontrarán enseguida las similitudes entre títulos. El sistema de combate sigue manteniendo los botones de ataque, contraataque y derribo; saltar y trepar siguen realizándose con el mismo botón, las misiones continúan llevándonos de un lado para otro, etcétera. No hay cambios drásticos en materia jugable, sino que la compañía ha optado por reciclar gran parte del material de anteriores entregas para recrear una nueva historia bajo el mismo telón de fondo.
Esto ya lo hemos vivido
En varios aspectos se percibe un evidente desgaste en la fórmula original. Los combates no suponen ningún tipo de reto para el jugador experimentado, y los noveles no entenderán en absoluto las constantes referencias a los demás capítulos de la serie -incluido el enmarcado en la Revolución Francesa-. Cierto es que se han incluido algunos añadidos interesantes, como las nuevas armas -un rifle de aire con dardos somníferos y enloquecedores, así como un lanzagranadas-, la brújula de peligro que nos advierte de la presencia de asesinos en la zona; y más opciones ofensivas en mar abierto, como por ejemplo la posibilidad de destruir icebergs que sirven para romper la tranquilidad del mar o batallar con varios navíos pequeños a la vez; pero este tipo de iniciativas no logran transmitir ningún aliciente, sino que se limitan a estar ahí de forma casual. Pero sin duda, la peor parte se la llevan las batallas, que no sólo se han estancado, sino que revelan carencias notables. El comportamiento de los enemigos es de manual, atacando individualmente a pesar de tenernos rodeados mientras evitan el ataque conjunto. Esto, sumado a la permisividad de un sistema de combate que lleva repitiéndose años, hace del conjunto un paseo que no plantea retos para el jugador.
En contraposición, todos aquellos que han disfrutado de los títulos de la serie y cuyo único objetivo es seguir viviendo nuevas aventuras, encontrarán un producto que satisfará sus necesidades. Tenemos un buen puñado de misiones secundarias repartidas por las tres zonas del juego, misiones de caza que nos permitirán aumentar las habilidades y atributos de nuestro protagonista, expediciones navales repletas de peligro, e incontables coleccionables repartidos -y escondidos- por los lugares más inhóspitos del mapa. Si la historia principal nos mantendrá ocupados alrededor de 12 horas, en función de nuestra habilidad, el tiempo se multiplica varias veces si el jugador se decide por completarlo absolutamente todo, amén de que hay algunos logros realmente difíciles de conseguir. Por otra parte, la compañía ha decidido prescindir de las vertientes en línea que acompañaban la franquicia desde ‘La Hermandad’ para centrarse exclusivamente en la historia para un jugador. Nos olvidamos, pues, de mapas competitivos y misiones cooperativas.
Los mismos pecados
En lo referente al apartado gráfico, ‘Assassin’s Creed Rogue’ peca de lo mismo. Gran parte de lo que ofrece a nivel visual es material reciclado de sus predecesores. Por suerte, hay algunos guiños agradables a personajes de la serie, pero poco se puede decir en defensa de un motor gráfico que lleva entre nosotros poco más de tres años sin mostrar muestras evidentes de evolución. Los modelados son correctos, algunos incluso notables, pero gran parte del repertorio que vemos en pantalla no está demasiado inspirado, amén de que las animaciones vuelven a repetirse una y otra vez. No ocurre lo mismo con los escenarios, mucho más naturales y abiertos de lo normal, donde el hielo es el gran protagonista en algunos momentos del juego.
De igual manera, la banda sonora se mantiene en la misma escala. Melodías que acompañan a la perfección cada situación pero que tampoco logran conectar con el jugador una vez terminada la partida. El doblaje, a caballo entre el inglés y el castellano por motivos argumentales, es correcto, con gran parte de la plantilla de actores de doblaje de pasadas ediciones que repiten papel y multitud de voces conocidas por los amantes de la franquicia.
Conclusiones
‘Assassin’s Creed Rogue’ es uno de esos videojuegos incapaces de sorprender. Su mecánica y premisas son claras: seguir el legado de sus predecesores y ofrecer un nuevo punto de vista a la enrevesada trama entre asesinos y templarios. Lo mejor de todo, sin duda, es vivir como un miembro de la orden y dar caza a los asesinos, así como descubrir los secretos de Abstergo. En la otra cara de la moneda nos encontramos con lo evidente: una fórmula que ya no sorprende debido a la longevidad de la serie, un apartado jugable que destapa las carencias que anteriormente se disimulaban, y una ambientación que, lejos de diferenciarse del resto se repite. En cualquier caso, el juego es recomendable para aquellos que deseen continuar aventura entre saltos y mandobles.
Assassin's Creed Rogue - Tráiler Lanzamiento