En esta ocasión la historia del vídeo, que cuenta con subtítulos en castellano, se centra en una rutilante modelo que pasa de vivir rodeada de lujo en fiestas donde se codeaba con lo más granado de la alta sociedad a tener que luchar por su supervivencia, primero vendiendo su cuerpo y, ahora, haciendo armaduras para los comandos. De ser una modelo que lo tenía todo y era asidua a fiestas de la alta sociedad (sobre todo esto último), pasó a verse sumida en un lóbrego mundo donde la celebridad es irrelevante. Para sobrevivir, comenzó vendiendo su cuerpo, pero ahora se ha convertido en una mujer orgullosa e independiente que hace armaduras para los comandos.
Nació en el seno de una familia humilde y era la mediana de cinco hijas. Se esperaba de ella que cuidara de sus hermanas menores y estaba acostumbrada a que prestaran atención a las mayores, más seguras de sí mismas, y que a ella la ignorasen. Pero, cuando tenía 15 años, la familia viajó un día a la capital y fue en ella en quien se fijó el cazatalentos de una agencia de modelos, no en sus hermanas. Se vio presa entonces en una vorágine de contratos de modelo y antes de alcanzar los 18 años, ya era millonaria. A los 20, se había cansado de los largos días de trabajo y los incesantes viajes, había empezado a acostumbrarse al lujo y la molicie y se negaba a trabajar.
Cuando la agencia prescindió de sus servicios, ya era famosa en la sociedad rusa, y pasó los primeros años de la veintena de fiesta en fiesta, abusando de su salud y viendo poco a la familia que había dejado atrás. Se dio cuenta de que había más que suficientes hombres dispuestos a comprarle las cosas que ella deseaba y, finalmente, se casó con uno de ellos: una persona muy influyente, con reputación de cruel y un pasado oscuro, que le concedía todos los caprichos.
Llamó a su marido desde la limusina. La habían asustado los rumores de bombas y misiles, pero, sin duda, él sabría qué hacer. Le contestó desde los escalones de un búnker situado en las afueras de la ciudad y, en un tono burlón que fue para ella como una patada en el estómago, le sugirió que quizá esta vez podría cuidar de sí misma. Los guardaespaldas la llevaron al metro antes del ataque de los misiles, pero desde el momento en que se cerraron las puertas, resultó claro que no querían saber nada más de ella. Había mujeres allí abajo que le recordaban a sus hermanas y en cuyos ojos brillaba un triunfo amargo al ver a la niña rica ahora humillada. El dinero y la fama habían perdido todo su valor. Estaba completamente sola.
Cuando el hambre y el miedo superaron al orgullo, se vio obligada a vender el único activo que valoraba: su cuerpo. Durante años sobrevivió así, viviendo al día, luchando por mantener alguna apariencia de glamour, criticada y evitada. Pero viva. Cada vez más a menudo, pensaba en sus hermanas y su madre: las mujeres de la familia que ahora vivían únicamente en su memoria. Y fueron esos recuerdos los que la ayudaron a hacerse cada vez más fuerte y decidida.
Metro: Last Light - La Modelo