Preservando antiguas esencias
Manteniendo la esencia tradicional de la serie, ‘Wolfenstein: The New order’ arranca en la Segunda Guerra Mundial con un ataque a la base del General Calavera, una figura familiar para los seguidores de la franquicia. Una vez más nos metemos en la piel de William "B.J." Blazkowicz cuando la guerra aún está lejos de terminar en la realidad distorsionada y anacrónica que nos ofrece el juego. Tras solventar unos momentos iniciales destinados a informar del funcionamiento del mapa de controles, el jugador va tomando conciencia de la delicada situación que atraviesa el conflicto. El ejército nazi es infinitamente superior a los aliados a nivel técnico como bien demuestran sus monstruosos engendros mecánicos. Por razones que no vamos a desvelar para evitar adelantar nada del argumento, la acción se trasladará quince años llevándonos hasta la década de los sesenta de este universo alternativo con los nazis como los despiadados amos del mundo. A partir de este momento comienza a desgranarse una historia que logra mantener el interés del jugador hasta los títulos de crédito. Aunque en ningún caso se esperaba una historia densa, el estudio se ha esmerado en dotar de mayor profundidad al mítico y ahora hasta socarrón Blazkowicz, que tan pronto se pone a reflexionar sobre la misma existencia como rebana un oficial alemán con una sierra eléctrica prácticamente sin variar el gesto. Porque ‘Wolfenstein: The New order’ tiene enormes cantidades de poesía hemoglobínica. Hay muchas formas de matar nazis en este nuevo Wolfenstein y todas ensucian, desde las diversas y furtivas puñaladas, a los destrozos que producen algunas armas de fuego en el cuerpo de los enemigos, el conjunto circula para ofrecer todo el gore y la acción que el jugador esté dispuesto a demandar. Pero sorprendentemente aporta mucho más.
El imperio nazi domina el mundo
La experiencia que ofrece ‘Wolfenstein: The New order’ se centra únicamente en la vertiente individual, es decir, se ha desechado cualquier modo multijugador con la intención de ofrecer una campaña que se pueda extender hasta 16 horas a merced del tiempo de exploración que emplee el jugador. Sin embargo los contactos previos con el prólogo del título y sus videos promocionales inducían a un sistema de juego netamente basado en la acción, pero lejos de cumplir con lo mostrado la producción ofrece variedad de situaciones, como la incorporación de decisiones morales. Prácticamente al inicio el jugador tendrá que enfrentarse a uno de estos dilemas. Pronto se verá obligado a escoger que secundario sobrevive. Pero elegir entre salvar a Wyatt o a Fergus tendrá consecuencias en el desarrollo de la aventura y afectará tanto a la manera de jugar como a la historia. Por ejemplo salvar a Wyatt concede determinadas habilidades, lo que permite acceder a ciertos caminos; mientras que elegir a Fergus desbloquea características diferentes que del mismo modo permiten acceder a otro tipo de rutas. Este elemento permite que una segunda vuelta sea de obligado complimiento, ya que cada elección también tiene un impacto en la historia, dando paso a diferentes personajes a tenor de las decisiones tomadas. Además el jugador podrá, en determinadas ocasiones, elegir como afrontar los retos de cada fase, bien desde un punto de vista completamente bélico, bien enfocando nuestras acciones a nivel táctico o pasando desapercibido al emplear tácticas de sigilo, muy eficientes gracias al nivel de Inteligencia Artificial que atesoran los enemigos, incapaces de discernir si un compañero ha caído muerto con un disparo silencioso a menos de 5 metros de distancia. Además la falta de cualquier atisbo de astucia en las tropas nazis permite que sigan buscando protección en coberturas que ya han sido destruidas.
Ingeniería Nazi de los ‘60
Evidentemente no falta un potente arsenal para hacer frente a tanta maldad. Y todo está depositado en una colección de armas que a pesar de sus limitaciones en cantidad se sobrepone gracias a un magnífico funcionamiento, ya que el armamento literalmente se deja sentir. Además de cuchillos arrojadizos, pistolas, escopetas, fusiles de asalto, granadas y herramientas de francotirador basadas en armas de la época y modificadas según el contexto, cada una cuenta con dos tipos de disparo que se irán desbloqueando progresivamente. Además podemos portar dos armas al mismo tiempo, algo que ofrece cierta sensación de poder, aunque en detrimento de la puntería. Pero también se puede sembrar el caos entre las líneas enemigas con poderosas maquinas, torretas que producen un efecto devastador y vehículos de todo tipo en los que escapar de situaciones límite. No obstante la estrella del material bélico disponible es el cortador láser, una herramienta que comienza teniendo un sentido táctico, ya que sirve para cortar cadenas, cajas y verjas metálicas con el fin de acceder a nuevas zonas, pero las mejoras que los desarrolladores han repartido en diferentes áreas terminarán por convertirla en un arma terriblemente poderosa, ya que una vez más Blazkowicz va a necesitar toda la ayuda posible. En la clara intención de MachineGames por representar la esencia de la vieja escuela, ‘Wolfenstein: The New Order’ ajusta los niveles de dificultad por encima de la media y reincorpora al panorama un sistema de salud basado en puntos de vida que no se regeneran automáticamente. Aunque nuestro héroe es capaz de recuperar una mínima cantidad de salud, el nivel de vitalidad necesario para tener tranquilidad se realiza únicamente a través de botiquines. Esta misma dinámica se repite con la munición, de este modo el jugador siempre tendrá que estar en movimiento durante los combates buscando los materiales que hay depositados en el escenario, nuevas coberturas, botiquines y la munición que dejan los enemigos abatidos. Todo envuelto en frenéticos tiroteos.
A la orden, mi comandante
‘The New Order’ juega con las posibilidades de tener varias rutas disponibles para el jugador. Los escenarios están abiertos y bifurcados, dando el pretexto perfecto para perfilar diversos enfoques apoyados por un sistema de ventajas que se divide en cuatro vertientes: infiltración, táctico, asalto y demolición, las cuales irán ampliando el rango de acciones tras realizar determinados requerimientos. Por ejemplo, Asalto se centra en empuñar dos armas, las armas pesadas y el cortador, y recompensa con ventajas que potencian el estilo de juego, como aumentar la velocidad de movimiento portando armas en ambas manos y la posibilidad de aumentar el blindaje al ejecutar varios enemigos rápidamente. El mismo sistema permitirá por ejemplo, metidos en el modo sigiloso, ejecutar en silencio a varios soldados con cuchillos hasta el punto que nos permita acumular varios para lanzarlos. Otro punto destacado es el sistema de comandantes. Estos están presentes en prácticamente todos los niveles de juego y una vez alertados de nuestra presencia se dedicarán a solicitar refuerzos continuamente hasta que terminemos con su vida. Una vez que Blazkowicz entra en el área de influencia de un comandante, un indicador de proximidad indicará los metros que nos separan del oficial. Lo más indicado en estos casos es terminar con ellos directamente y en silencio para evitar una confrontación directa de proporciones épicas, ¿o no?
Rancio despliegue técnico
A nivel técnico ‘Wolfenstein: The New order’ emplea el motor gráfico id Tech 5 para plasmar los acontecimientos que propone la obra. Si bien, la dirección de arte justifica el conjunto con un trabajo sobresaliente, el motor empleado en Rage no cubre completamente con las exceptivas en Xbox One. Aunque no se puede negar un rendimiento aceptable, el resultado no se ajusta exactamente a lo que esperamos para la nueva generación de máquinas, que tampoco podemos olvidar que ya llevan unos meses en la calle. El sistema de iluminación es potente pero bastante sencillo, los efectos más de lo mismo, mientras que las texturas, modelados y la construcción de escenarios se sienten más sólidos. Por otro lado contamos con un sistema de destrucción parcial de escenarios que trabaja bien dentro de sus propios límites. Otro punto negativo en esta parcela lo podemos encontrar en las cinemáticas, que sufren un acuciado cambio de formato en Cinemascope, muy bonito, pero resta inmersión en cada escena. En la otra orilla encontramos una tasa de imágenes por segundo estable y sólida por muchos elementos que se muestren en pantalla.
El juego llega a nuestro país en perfecto castellano con algunas voces reconocibles para los amantes del ocio interactivo, pero seguimos padeciendo como en muchas otras localizaciones a nuestro idioma, también en la nueva generación, mezclas descompensadas y mal gestionadas. Tanto que la diferencia de volumen en las voces y las cinemáticas con respecto a los efectos es lo suficientemente grande como para tornarse molesto.
Conclusiones
‘Wolfenstein: The New order’ es un juego honesto, una obra sin demasiadas pretensiones que no pasará a los anales ni de la industria, ni de la memoria colectiva, pero trae algunos elementos que le permiten situarse como una apuesta divertida en esta época de sequía intergeneracional. En MachineGames lo tenían claro desde el comienzo, apostar por la diversión sin paliativos sobre la base de una historia que mantiene el tipo y sorprende gratamente combinando el horror de la guerra con algunos toques de humor negro, mucha acción, la misma dosis de sangre y cantidad de sorpresas. Aunque no estamos ante el juego que hará despegar una generación, el título se aparta de las nuevas pero impersonales autopistas para adentrarse a recorrer el camino por una autovía que había quedado en desuso. Valiente, personal y satisfactorio, ‘Wolfenstein: The New order’ es un título recomendable para los amantes de los juegos de acción en primera persona que esperan algo diferente a las reglas marcadas por los 'Call of Duty' o los 'Battlefield'. Un auténtico Old School con muy buenas ideas que por desgracia ha sufrido el cambio generacional.
Wolfenstein: The New Order - La Casa del Sol Naciente
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Elric Ruiz