Advertimos, desde el primer momento, que a pesar de que la obra promete horas de diversión controlando las gestiones más clásicas del club, el planteamiento se ha alejado por completo de la profundidad para darle un toque más significativo y diferente, marca de la casa, algo que levantará defensores y detractores a partes iguales.

Bienvenido, Mister

En primer lugar, debemos decir que la gran baza de ‘Nintendo Pocket Football Club’ reside en su simplicidad, algo que, por supuesto, dividirá a la comunidad de jugadores. Nos olvidamos por completo de gestionar jugadores reales para ofrecer, desde una óptica ilusoria, multitud de clubs y jugadores con nombres aleatorios pero muy inspirados. Las competiciones oficiales como la Copa del Rey o la Liga de Campeones tienen su homónimo ficticio, pero aquel que busque algo de realismo en el género debemos derivarlo a propuestas más acordes con lo esperado, como el anteriormente mencionado FX Fútbol 2.0, lanzado el año pasado.

Teniendo claro el telón de fondo, nuestra primera misión como entrenadores nóveles será dedicar unos minutos a la creación de nuestro club de ensueño. Gracias a un competente editor, podremos definir los rasgos más característicos de nuestra camiseta -colores, líneas, mangas, etcétera-, así como su escudo y nombre, que veremos representados en la pantalla hasta que logremos un conjunto que nos convenza. Más adelante, no obstante, podremos cambiar cualquier elemento que haya quedado obsoleto o necesite una actualización desde la gestión del club.

A partir de aquí comenzaremos a conocer a algunos de los simpáticos personajes que nos guiarán con el fin de conocer los pilares fundamentales de la obra, accediendo de esta manera a la ciudad deportiva y núcleo central de operaciones. La ciudad deportiva es, de hecho, el menú principal equivalente a cualquier título de gestión deportiva, pudiendo acceder al campo de entrenamiento, a los balances económicos, al aeropuerto para disputar partidos en línea, etcétera. La simplicidad de los menús queda patente durante los primeros minutos de juego, y lo cierto es que, a pesar de que la obra presenta un ambiente amable y propio, las opciones a nivel funcional se nos antojan bastante limitadas.

Nuestro objetivo como entrenadores, como no podría ser de otra manera, es alzar nuestro club al primer puesto de la clasificación en las tres competiciones que contempla la obra. Conseguir el triplete será una tarea dura y sólo apta para los más pacientes, pues, a nivel jugable, ‘Nintendo Pocket Football Club’ reduce nuestra participación a la mínima expresión, obligándonos, además, a ver todos y cada uno de los partidos que se disputan. Esta imposición, sin duda, es uno de los errores más graves del videojuego, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte del desarrollo en el género se disfruta a lo largo de extensas temporadas, viendo la evolución de los jugadores y del club. El hecho de visualizar todos los encuentros reduce el ritmo de juego, y nos deja a nosotros, los jugadores, en un segundo plano.

Y es que, tras unos primeros encuentros en los que podemos ver como estos peculiares monagos bidimensionales se pelean por el balón, paulatinamente comenzaremos a perder la paciencia al ver comportamientos clónicos que se repiten una y otra vez. Disputar los encuentros de 45 minutos, donde la afición no se verá afectada si perdemos, es bastante llevadero, pero disputar varias jornadas seguidas puede suponer una auténtica tortura para más de un impaciente.

Aromaterapia, fuerza física, y mucho más

Durante los partidos, iremos acumulando una serie de tarjetas de entrenamiento divididas en cuatro categorías y colores, lo que nos facilitará la comprensión a la hora de utilizarlas con los jugadores. Aquí es, precisamente, donde volveremos a tener el papel protagonista. Estas tarjetas hacen de potenciadores de habilidades para cada jugador, mejorando aspectos como la resistencia, la técnica, el salto, el compromiso con el club, etcétera. A medida que vayamos adquiriendo las cartas podremos combinarlas para acelerar el proceso de desarrollo, y, si tenemos algo de visión y suerte, podremos crear tarjetas únicas que aumentarán drásticamente los atributos de los jugadores. Decimos que la suerte también está presente porque las tarjetas, más allá de entrenar las habilidades necesarias del deporte -como el entrenamiento, velocidad y fuerza, entre otros-, también entrenará cualidades desde fuera del terreno de juego, como son las cartas de karaoke, aromaterapia y firma de autógrafos. Dicho esto, podremos evolucionar a cada jugador como queramos, siempre teniendo en cuenta que el movimiento se verá reflejado en el terreno de juego, por lo que de nada servirá entrenar la carrera del portero, por ejemplo.

Podremos disputar diferentes tipos de partido, como los amistosos o las pachangas de 45 minutos. Entrando en el estadio desde la ciudad deportiva veremos el calendario de partidos disponibles, pudiendo seleccionar, en algunos casos, su duración. Los partidos de media parte no repercutirán en la afición, como decíamos con anterioridad, ganando algunas tarjetas de entrenamiento para próximos encuentros pero cansando a los jugadores. Este hecho es importante, pues cuanto más cansados estén los jugadores más probabilidades tienen de lesionarse, obligándoles a desaparecer durante varias jornadas para su posterior recuperación.

Pero antes de saltar al césped, y como entrenadores competentes, nuestra misión será realizar una serie de modificaciones para llevar a cabo la estrategia perfecta. Las escasas opciones son las siguientes: marcar la zona de juego, decidir el nivel de presión -ofensivo, defensivo o equilibrado-, colocar a los jugadores en el terreno formando diferentes estrategias y señalar a los jugadores más peligrosos del bando contrario para no perderles la pista. Podremos realizar cualquier cambio a tiempo real durante el partido, pero lo cierto es que durante el encuentro el juego transmite la sensación de que cualquier cambio que hagamos es bastante indiferente.

Y es que, la imposibilidad de saltar los encuentros se acentúa con la ausencia de control durante el partido, pues no podremos controlar a los jugadores en ningún momento. Es decir, nuestros pupilos se mueven de igual manera que en el juego de tenis de ‘Wii Sports’, dejándonos como meros espectadores a pesar de los cambios anteriormente citados. Este hecho hace que, durante los primeros encuentros, vivamos los partidos con sorpresa y tensión, pero esta sensación desaparece por completo a medida que ocurren los partidos hasta que finalmente querremos que finalice pronto para poder realizar los entrenamientos y cambios necesarios en el sistema de juego.

Más allá de lo comentado poco más podremos hacer. Se abre la posibilidad de fichar nuevos talentos para nuestro club entrando en el mercado de jugadores, así como la opción de poner en venta a los jugadores que menos nos convenzan. Por supuesto, el nivel de profundidad de los jugadores se ha reducido, por lo que únicamente deberemos tener en cuenta su precio y atributos para pujar por él. También podremos vender y cambiar jugadores con nuestros amigos, así como disputar encuentros en línea que, ciertamente, son más divertidos que jugar contra la máquina. En realidad, ‘Nintendo Pocket Football Club’ se resume en gestionar los encuentros y reforzar nuestras líneas con un ritmo de juego bastante lento.

A nivel técnico, la propuesta de Nintendo hace gala de unos gráficos en dos dimensiones muy simples y divertidos, brillando con personalidad propia. A pesar de estar delante de un videojuego descargable y bidimensional, las animaciones están muy bien trabajadas, dándole al juego una ambientación que encantará, sobre todo, a los más pequeños de la casa. Quizá sea éste el público objetivo de la obra: acercar los simuladores de fútbol a los menos entendidos, puesto que los usuarios más exigentes verán como, en pocas partidas, el videojuego se queda realmente corto en opciones. La banda sonora, por su parte, carece de melodías destacables, ofreciendo una serie de partituras que funcionan bien a nivel funcional pero que olvidaremos tan pronto como apaguemos la portátil

En definitiva, Nintendo se arriesga de nuevo ofreciendo un videojuego dándole un toque único, adentrándose en terreno futbolístico con una propuesta inusual que gustará únicamente entre aquellos quienes quieran acercarse al concepto de entrenador de fútbol sin entrar demasiado en materia. El videojuego es ideal para aquellos que se sienten desbordados por la gran cantidad de opciones que ofrecen los demás exponentes del género. A grandes rasgos, ‘Nintendo Pocket Football Club’ convence durante los primeros encuentros, pero termina desinflándose a medida que avanzan las jornadas ofreciendo una sensación monótona y simple que nos aburrirá a mitad de temporada. Cuenta con un apartado técnico muy personal, y sus opciones, como decíamos con anterioridad, convencerán a los más pequeños de la casa. Eso sí, si la compañía decide renovar la marca con nuevas entregas, esperamos que tome conciencia de los fallos que apartan el título de los usuarios fieles al género, pues ya sea ha demostrado que el género funciona, y que Nintendo tiene, desde siempre, una gran habilidad a la hora de adentrarse en géneros inexplorados.

Nintendo Pocket Football Club - Total Football

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