El guión firmado por la desarrolladora se mantiene intacto: un grupo terrorista pide la cabeza de Ryu Hayabusa y para ello secuestra al primer ministro londinense. A partir de aquí, los sucesos nos irán trasladando en varios niveles ambientados en diversas ciudades del planeta, hasta que nuestro protagonista es víctima de una extraña y mortífera maldición que altera el curso de su vida. Salvar el mundo y a nosotros mismos son las misiones principales de este capítulo, que, por suerte, viene acompañado de un buen puñado de novedades que elevan al título hacia el nivel de sus predecesores, pese a no superarlo.
En primer lugar, la dificultad, uno de los pilares de la franquicia, ha sido incrementada hasta los límites que demanda el seguidor de Hayabusa. Esto ha sido posible gracias a un completo rediseño de la jugabilidad, cambiando por completo los patrones de movimientos de los enemigos, erradicando la inexplicable invencibilidad del protagonista en la obra original y diseñando un nuevo sistema de evolución de personajes.
En esta ocasión, en vez de emplear únicamente dos botones para realizar la inagotable sucesión de combos que acompaña la aventura, Ryu Hayabusa tendrá que hacer uso de multitud de combinaciones de botones para poder llevar a cabo una buena ofensiva. Cubrirse volverá a ser importante, así como esquivar los ataques enemigos, que, lejos de restar un mínimo de daño, reducirán considerablemente nuestra barra de energía. De la misma manera, si esquivamos un ataque poderoso podremos activar una técnica de contraataque muy efectiva, como las bolas de fuego, que además nos aumentará un poco la salud.
Y es que, a diferencia de los demás títulos del género, la franquicia siempre se ha caracterizado por utilizar la premisa del ensayo y error. Frecuente era, en anteriores entregas, llegar hasta un punto del nivel para ser derrotado por enemigos con rutinas distintas tan sonantes que apenas nos dejaron respirar. En ‘Razor’s Edge’, sin llegar a este punto, nos veremos obligados a aprendernos las mecánicas de cada enemigo para esquivar o bloquear los ataques y rápidamente utilizar nuestro arma para decapitarlos y ver florecer de sus cuerpos ríos de sangre gratuita.
De hecho, la sangre vuelve, y por la puerta grande, pues las decapitaciones y amputaciones de miembros enemigos serán una constante dentro de la aventura. La espada de Ryu y su fuerza inhumana harán que cortar brazos, cabezas e incluso torsos sea tan fácil como untar mantequilla en una tostada. Eso sí, hay que tener cuidado con los enemigos tullidos, ya que éstos, con el fin de aniquilarnos, se arrastrarán hacia nosotros con la intención de quitarnos un buen pico de vida. No basta con cortar a nuestros enemigos, siempre habrá que darles la paz que buscan tan desesperadamente, a golpe de katana.
No obstante, uno de los problemas que encontramos en este ‘Razor’s Edge’ es la cantidad de elementos que aparecen en pantalla. No es que estemos delante de un juego excelente en cuanto a apartado técnico, ni mucho menos, sino que la velocidad a la que nos movemos -y se mueven los enemigos-, los litros de sangre que aparecen en pantalla y la acción desmesurada, hacen que varios momentos de la aventura nos planteemos si estamos jugando a un videojuego o viendo un espectáculo visceral de alguna cadena norteamericana. El juego fluye a una velocidad no apta para los más nóveles, por lo que éstos pueden perderse en algún momento entre los personajes y los litros de sangre que no dejarán de brotar durante toda la partida.
El ritmo de juego, por suerte, se ha visto consolidado tras la eliminación de gran parte de los eventos en los que tenemos que pulsar un botón específico en un periodo de tiempo reducido. Los denominados quick time events siguen existiendo, evidentemente, pues son un elemento indispensable en algunas secuencias de violencia gratuita, pero no aparecerán tan frecuentemente como en la versión original, lo cual se agradece tras la pésima implementación en la versión anterior.
Otro de los elementos que se han modificado en esta versión ha sido el sistema de progresión de personaje, lo que se traduce en puntos karma, que nos permitirán mejorar nuestras armas disponibles, adquirir nuevas técnicas y vestirnos con trajes alternativos para hacer la aventura más completa. El sistema funciona bien, y la curva de dificultad es lo suficientemente permisiva -en nivel normal, ya que a partir del difícil la cosa cambia considerablemente- como para mantener al jugador con ganas de conseguir todos los objetivos.
Además de las novedades descritas, Ryu Hayabusa no estará solo en esta versión del título, pues tres nuevos personajes jugables -conocidos de la serie ‘Dead or Alive’- se unirán al periplo del ninja. Ayane, Kasumi y Momiji han sido la escogidas para acompañar al protagonista, cada una con sus propios movimientos, característicos y atributos. Además, para complementar la historia, Ayane cuenta con una línea argumental de dos capítulos que complementan la aventura principal, siendo los demás personajes jugables en los modos multijugador.
En definitiva, ‘Ninja Gaiden 3: Razor’s Edge’ supone el regreso digno de la franquicia a la alta definición tras una modesta tercera parte. Los añadidos nuevos son interesantes, aunque no compensan en absoluto al jugador tras haber vivido la experiencia original. Sin embargo, si no hemos jugado al título original, esta nueva versión se alza como un exponente digno del género, aunque, por desgracia, todavía sigue siendo bastante inferior si lo comparamos con las obras que lo preceden.
Ninja Gaiden 3 Razor's Edge - European Trailer
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Victor Moyano