A pesar de no acumular la misma calidad que los títulos mencionados anteriormente, el juego ofrece una cantidad de contenido enorme y tiene el sello de Avalanche Studios, que ya demostró su talento para las explosiones y los entornos abiertos con ‘Just Cause’. De hecho, ‘Mad Max’ y ‘Just Cause’ son como hermanos de sangre: hay tal cantidad de similitudes y diferencias que sin llegar a tocarse en ningún momento, los agudos jugadores se darán cuenta de que ambas obras provienen de las mismas mentes.
El guerrero de la carretera todavía carga con el peso de su película más reciente, brillantemente dirigida una vez más por George Miller, uno de los creadores que también se encargó de la trilogía original de ‘Mad Max’. La película ha supuesto un éxito en los cines de todo el mundo, y el juego ha sabido aplicar las mismas dosis de adrenalina trasladadas sobre una jugabilidad, que al igual que en el cine, cuenta con persecuciones vertiginosas, peleas sangrientas y mucha locura. Todo esto en un futuro post-apocalíptico sobre un gran mundo abierto, donde la gasolina y el agua son los activos más valiosos.
El guerrero de la carretera
El primer aspecto que destaca de ‘Mad Max’ es su cinematográfica presentación. De inmediato, el jugador se ve inmerso en una vertiginosa secuencia que termina con el coche de Max roto. El protagonista, que prefiere ir por su camino, se encuentra entonces con Chumbucket, un personaje jorobado que promete ayudar al guerrero de la carretera en la construcción de un nuevo vehículo capaz de sobrevivir a las brutales condiciones que ofrece este mundo desquiciado. Y así es como nace The Magnum Opus, el fiel compañero V8 del jugador.
La naturaleza de Max es sórdida, y su pasado le permite alcanzar un punto de personaje enigmático y apático, pero es precisamente entonces cuando despliega todo ese carisma con espíritu de anti-héroe. La historia trata sobre un tema tan antiguo como el ser humano: la venganza, donde Max no contempla más opciones que encontrar a los salvajes que destrozaron su viejo coche, el potente pero desvencijado V8 que tiene que ser sustituido.
Junto a Chumbucket, el guerrero de la carretera, comienza un viaje en busca de repuestos y recursos para avanzar en un desierto hostil dominado por Scrotus, un tirano que saquea pueblos en busca de combustible y suministros. La idea es llegar a Gas Ciudad, la sede social del villano y bastión de cantidades homéricas de suministros.
Peleas brutales y pocas armas de fuego
El área de juego en Mad Max es un enorme y desértico mundo abierto, con llanuras, pueblos, bases montadas, torres y montones y montones de arena. El vasto desierto, sin embargo, se puede afrontar de dos maneras dependiendo de las preferencias del jugador: de profundo aburrimiento o con la comprensión de que la naturaleza en el mundo de Max está languideciendo a pasos agigantados. Es el escenario que nace tras el fin del mundo y no se ven exactamente coloridos y vivos caminos rurales. Las pocas personas que han logrado sobrevivir se comportan de una forma primitiva. El futuro de posguerra nuclear se encuentra con el pasado de la especie.
La experiencia con el juego es realmente satisfactoria. Como debe ser, la atención se centra en el combate vehicular, pero hay mucho más. Max tiene una gran cantidad de golpes que producen hermosos combos y un sistema de lucha brutal que sigue la fórmula de las producciones con el sello Warner Bros. es decir, con un mapa de controles que reta al jugador en la pulsación de los botones correctos en el momento adecuado para atacar y defenderse, receta mágica ahora ampliamente utilizada en muchos juegos del género. Pero realmente aquí, la mecánica funciona muy bien.
Como se mencionaba anteriormente, en su cruzada Max puede desarrollar una serie de mejoras en el vehículo que se desbloquean mediante la recopilación de desechos y los planos de diseño de las piezas que se encuentran escondidas en los muchos rincones del juego. Además de puñetazos y patadas, Max puede usar armas cuerpo a cuerpo, su fiel escopeta de dos cañones y una novedad: la precisión de un rifle, algo prácticamente inaudito en manos del personaje de la película.
El enfoque que se ha puesto en el combate de vehículos y la atención a las peleas físicas deja en un segundo plano la utilización de armas de fuego. En Avalanche han querido restringir su uso y eso queda claro desde el principio: encontrar munición para la escopeta, por ejemplo, es complicado, aunque para disparar y acertar Max ni siquiera tiene que apuntar al objetivo, mientras que el fusil de francotirador tan sólo se puede utilizar desde el coche. Estas características refuerzan la intención del desarrollador para hacer que el jugador use los vehículos, los puños y pies para desencadenar todo ese montón de amor psicótico. Y para que nos vamos a engañar, el uso de estas otras formas de combatir como un loco es algo delicioso. El coche evoluciona en función de los restos y planos que iremos desbloqueando y que se instalan en el vehículo de una manera práctica y funcional. Las ruedas se pueden equipar con defensas, puede escupir fuego, se pueden reforzar las defensas y tiene diferentes pinturas y colores.
Millones de actividades para hacer el salvaje en el desierto
A los mandos del coche la experiencia es algo más frágil y puede o no terminar de gustar. El combate vehicular funciona de manera ejemplar, pero no se puede decir lo mismo sobre el control del coche. La física es bastante pesada y no responde como sería de esperar, con un tiempo de respuesta que parece tener cierto retardo en relación a los comandos que el jugador ejecuta. Eso sí, hay millones de actividades para hacer en el mundo abierto de ‘Mad Max’. Además de las misiones principales, hay una gran cantidad de Misiones secundarias capaces de extender la vida útil del juego más allá de las 70 horas. Es posible estudiar el terreno, las carreras y las rutas de suministros, invadir campos enemigos, destruir puntos del territorio marcados por el enemigo, encontrar elementos ocultos y más. Sin embargo, la ejecución incesante de misiones se convierte en algo rutinario después de algún tiempo, lo que da lugar a las temidas misiones de repetición.
El saqueo es un aspecto importante en ‘Mad Max’. Siempre que se invaden bases enemigas el protagonista encuentra restos, que son la moneda para la compra de las actualizaciones para el Magnus. Es importante encontrar fuentes de agua, necesaria para restaurar la barra de energía, gasolina, reliquias históricas y otros objetos de colección que también se encuentran dispersos por el enorme mundo del juego.
En la parcela técnica, despunta la faceta gráfica. En lo visual, se observan todos los refinados elementos de la cargada estética punk occidental. Los paisajes son extrañamente hermosos en la representación de la nada, que se torna especialmente violenta y atractiva cuando se producen las tormentas de arena, mucho más temibles que los valientes secuaces de Scrouts. Los efectos son simplemente espectaculares. En cuanto a la localización, el juego llega a nuestro país con voces en inglés, textos de pantalla en castellano y subtítulos en nuestro idioma.
Conclusiones
Mad Max se gana la complicidad del jugador desde el primer minuto. Tiene esa presentación cinematográfica que todo el mundo espera, entre otras cosas, porque se separa de las películas. El juego puede ser considerado por muchos como un sucedáneo de ‘Las Sombras de Mordor’ con arena, pero hay diferencias con la épica de la Tierra-Media. Cuenta con una robusta mecánica ya conocida por los jugadores, y destaca por su fidelidad a la atmósfera del mundo creado por George Miller. Aunque no trae innovaciones al género, el juego puede presumir de algunos méritos propios, como la enorme variedad de mejoras para el coche, el combate brutal y una historia tan loca como sus personajes. En definitiva ‘Mad Max’ trae la auténtica estética de la serie a un caótico y hermoso mundo abierto con miles de cosas por hacer.
Mad Max - Tráiler de lanzamiento