El renacimiento del héroe y nuevos aires para la serie
‘Dragon Quest XI’ nos llega con textos de pantalla y menús en castellano, una característica importante para no perderse nada del argumento. La historia de ‘Ecos de un pasado perdido’ nos traslada hasta una sombría noche de época indefinida. Un rey y sus asesores más cercanos se reúnen para decidir qué hacer antes del nacimiento de un bebé, un niño con una marca inconfundible en su mano izquierda. La leyenda dice que para que el Señor de las Sombras logre sus deseos de reinar de nuevo en el mundo de los vivos, el que una vez logró derrotarlo, el llamado “Luminario”, renacerá de nuevo para poner fin a su sed de conquista. Con el objetivo de impedir la llegada de su némesis, la oscuridad envía un ejército de demonios y jinetes diabólicos para atacar el castillo donde se encuentra él bebe, lo que obliga a una joven madre a inmolarse en un intento desesperado de salvaguardar el futuro de su propia descendencia. Por fortuna, nuestro bebé llegará a las manos de un viejo pescador, que decide cuidarlo hasta el día en que sea lo suficientemente mayor como para seguir el camino que las estrellas tienen trazadas en su heroico destino.
Este inicio tan clásico podría haber dado pie a una entrega completa al más puro estilo de la casa, dando por segura una sucesión de clichés y elementos argumentales de los que se ha abusado a menudo. Tan solo un par de horas después ya sabíamos que estábamos equivocados. El argumento propone una serie de giros realmente impredecibles que trastocan radicalmente la narrativa, proponiendo desarrollos inéditos en la franquicia. El culpable es un elenco fascinante, diverso y caracterizado con maestría, donde la narrativa, de hecho, se ha demostrado abrumadora e inesperada, tanto que nos arrastra en una épica aventura que no sólo nos lleva a frustrar los planes trazados por el aterrador Señor de la Sombras, también es un viaje para redescubrir los orígenes de la franquicia. La historia de ‘Dragon Quest XI’ combina con habilidad sucesos trágicos con el típico humor desenfadado de los mundos creados por Akira Toriyama y Yuji Hori. De hecho, el juego esconde cantidad de secretos y referencias para el ojo experto, además de alguna sorpresa que los veteranos de la serie agradecerán.
Hayas tenido experiencia previa o no con la franquicia, el título es más generoso y por suerte permite que cualquier categoría de jugador sea capaz de apreciar en su totalidad un viaje épico que no conoce rival y que realmente justifica su grandeza solo después de haber visto los créditos finales al menos una vez. ‘Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido’ presenta un post-juego enorme, al cual únicamente se puede acceder después de completar la aventura principal; un segundo y emocionante viaje que aumenta la longevidad del título hasta el listón de las cien horas de juego. Una cantidad de tiempo sorprendente, siempre y cuando no te dediques a resolver todas y cada una de las actividades secundarias, la eliminación de jefes secretos y los minijuegos, de los que ‘Dragon Quest XI’ está bien provisto, porque entonces el resultado puede superar fácilmente el centenar de horas.
El punto de equilibrio entre lo nuevo y lo clásico
Con la intención de modernizar algunas de las características jugables de la serie, el sistema de combate por turnos esta vez es mucho más accesible. Si hasta ahora los personajes desplegados en el área esperaban la llegada de las ordenes sobre el tiempo dictado por el sistema clásico ATB (Active Time Battle), con ‘Dragon Quest XI’ los jugadores tendrán otra alternativa viable y completamente opcional. El llamado sistema de “movimiento libre” permite mover a los personajes a voluntad, llevándolos, por ejemplo, detrás de un enemigo, con el fin de seguir la acción desde un punto de vista diferente. Aunque no afecta en absoluto al resultado de la batalla, esta curiosa alternativa ofrece a los combates una apariencia bastante dinámica, más en línea con los videojuegos actuales. En cualquier caso, esto no significa que el modo clásico no se pueda restaurar en cualquier momento a través de un elemento del menú principal. Lo mismo se aplica a los compañeros de equipo, cuyas acciones pueden ser totalmente automatizadas o dictadas por el usuario dependiendo de las preferencias de cada jugador, de hecho, se puede delegar la gestión de uno o más héroes a la excelente IA que nos acompaña, con la posibilidad de retomar las riendas del combate en cualquier momento.
Estrategia y personalización son elementos que han variado para mejorar y estimular la franquicia. Por ejemplo, a diferencia de muchas series de rol, en ‘Dragon Quest’ nunca se ha permitido variar la formación de personajes en medio de una pelea. Sin embargo, en ‘Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido’, los miembros del grupo se pueden reemplazar ya sea antes, o en plena batalla, de manera que el jugador puede sustituir a un compañero fallecido, o tal vez optar por un luchador distinto, que se adapte mejor a la situación. La sustitución de sus componentes en combate adquiere una importancia fundamental, ya que la ausencia de un héroe en particular impide el acceso a determinadas características, algo que puede complicar mucho los combates.
Luchando contra centenares de monstruos
Entre otras novedades dignas de mención, no podemos olvidarnos del llamado estado de “Concentración”. Este estado de potencia aumentada se activa al azar, dependiendo de las acciones del jugador o de los ataques recibidos del enemigo. Una vez que condición temporal se activa, el héroe disfruta de considerables potenciadores e incluso accede a técnicas especiales. Estas pueden realizarse individualmente o en grupos, siempre que los acompañantes también compartan el estado alterado. Por ejemplo, el héroe y Erik tienen acceso a un poderoso asalto físico que golpea al oponente desde múltiples direcciones. El nuevo episodio adopta el sistema Panel de Personaje, que libera nuevos poderes a cambio de puntos de destreza adquiridos con cada nivel ascendido.
Cada uno de nuestros personajes se puede equipar con al menos tres tipos diferentes de elementos, pero sigue siendo el jugador el responsable de determinar la especialización de sus héroes. Un aspecto de la jugabilidad que no esperábamos encontrar mejor es la elaboración de objetos y piezas de equipo, como armas, armaduras y demás, que siempre ha sido un componente muy importante en la economía del juego. Acostumbrados al Caldero, que permitía mezclar artículos y retirar el resultado después de algún tiempo, la introducción de la Forja Fantástica ha supuesto una sorpresa agradable.
Para facilitar las transiciones por los campos y ciudades que nos tiene preparado el juego, además de la teletransportación y las alas de quimera se ha proporcionado a nuestro héroe un fiel caballo que puede ser llamado en ciertas áreas. Sin embargo, en mazmorras y ubicaciones cerradas podemos optar por cambiar de medio de transporte derrotando algunos monstruos especiales brillantes que nos permiten montarlos. Ya se trate de un pequeño mecha saltarín, una avispa gigante o un monstruoso esqueleto, todos los transportes facilitan acceso a zonas inaccesibles, en las que por lo general, encontraremos cofres ocultos o materias primas escasas necesarias para forjar equipo. Como resultado, esta característica no solo acelera los desplazamientos, además es útil y muy divertido de pilotar.
Finalmente, dedicamos un momento para dar la bienvenida que merece a la introducción de campamentos. Indicados en el mapa como hogueras, estos remansos de paz se encuentran dispersos por las áreas del mundo y representan un verdadero regalo, ya que no solo ofrecen al equipo un lugar para descansar, además tienen esculturas que ejercen las mismas funciones que las iglesias. De hecho, el curioso sistema de salvar en ‘Dragon Quest’ únicamente permite que el usuario guarde su progreso a través de la confesión. Si hasta ahora esta función sólo estaba disponible en las ciudades, la presencia de campamentos elimina, al menos en parte, el deseo de conservar haciendo más útil una mecánica que era bastante tediosa pero que parece estar bien enraizada en la tradición de la franquicia.
Una entrega que combina nuevos elementos respetando las raíces de la franquicia
‘Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido’ se ha desarrollado por primera vez con el motor Unreal Engine 4, lo que supone una ruptura radical con el pasado. Ya se trate de una textura o un modelo poligonal, todos los aspectos han sido tratados al máximo, obligando al jugador a pararse para admirar los impresionantes paisajes que acumula el juego. Desde verdes llanuras hasta sombrías criptas subterráneas, pasando por las ruidosas ciudades, es imposible no dejarse fascinar por la extraordinaria cantidad de detalles presentes en pantalla. Los modelos poligonales, siempre sublimes de monstruos y personajes, se han mejorado y el diseño de los personajes de Toriyama se perciben con más fuerza que nunca. Para la ocasión, además de recrear el amplio catálogo de enemigos, también se han estrenado hordas de extrañas criaturas que encajan a la perfección con el bestiario de la serie.
En cuanto a la banda sonora, el maestro Koichi Sugiyama ha reorganizado la música más clásica de la serie, como el tema de apertura, añadiendo una selección de canciones inéditas. Siempre muy atento al tono de la narración, el sonido que nos acompaña desempeña su tarea en todo momento, anticipándose a las secuencias dramáticas de la historia, o proponiendo canciones felices que refuerzan el ambiente festivo que a menudo caracteriza a las ciudades.
Conclusiones
‘Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido’ es una acumulación de sólidos mecanismos de juego, pero también un ejemplo de cómo introducir novedades que van más allá de lo estético cumpliendo estrictamente con muchas de las tradiciones de la franquicia. En general, las características de la jugabilidad, el impecable compartimento técnico y, por último, pero no menos importante, el diseño de personajes lo hacen imprescindible para cualquiera que se considere un auténtico seguidor del género.
En todo caso. ‘Dragon Quest XI’ es una oda al clasicismo, un canto a una época donde los juegos de rol eran simples en su narrativa y estaban marcados por cientos, si no miles, de peleas. Desde 1986, fecha de publicación del original, la saga creada por Yuji Hori nunca se ha molestado en ofrecer nada más que un marco para motivar las acciones de sus protagonistas. Algo que parece haber llegado a su fin a partir de este capítulo, que recoge la historia más grande contada por el caprichoso padre de la saga. ¿El resultado? Mas de treinta años después de su estreno, Square Enix, ha sido capaz de producir un episodio revitalizante y arrebatador, capaz de empañar el recuerdo de cualquier “obra de culto” del pasado dentro de su segmento.
Dragon Quest XI – Lanzamiento