El ultimo Dovahkiin
El argumento de The Elder Scrolls V: Skyrim se enmarca dentro de lo que se anunciaba en Oblivion, es decir, la zona se ve empujada a servir como epicentro de una nueva era de conflictos y cambios. Desde que el último rey muriera se ha cerrado en armas el conflicto entre separatistas e imperiales, a lo que se une la llegada de un dios que levantará un ejército de dragones dispuestos a destruir todo lo que se interponga en su camino de sangre y fuego. Como es habitual en la franquicia comenzaremos nuestra andadura en la piel de un prisionero que por diversos avatares se verá libre, conociendo de paso su verdadero linaje, ya que es el último espécimen de una raza de cazadores de dragones, el último Dovahkiin.
Con el prólogo eliminado de la ecuación para lograr un mejor aprovechamiento del tiempo y de paso obviar algunos elementos del argumento que se guardan bajo el más estricto secreto, comenzamos la creación de nuestro personaje en una cueva en la que escogimos las características físicas del mismo gracias a un completo editor en el que pudimos comprobar que se mantienen las mismas diez razas que en Oblivion, estas son: Nordicos, Guardias rojos, Bretones, Imperiales, Argonianos, Khajit, Elfos oscuros, Elfos del bosque, Altos efectos y Orcos. La elección de la raza no determinará completamente nuestra clase, pues disponemos de la capacidad de evolucionar nuestro personaje según sea nuestra manera de jugar, variando además las especializaciones a nuestro gusto. De esta manera se eliminan las barreras que vienen impuestas con las razas, lógicamente con las tendencias y habilidades naturales y específicas que conllevan la raza, es decir, podemos disfrutar de un guardia rojo con todo lo que conlleva en su faceta más guerrera combinado con un notable poder mágico.
De paseo por Tamriel
Para comenzar, destacar que durante el tiempo que pudimos probar la demo ningún miembro del estudio nos invitó a seguir cierto camino o continuar de forma ordenada una sucesión predeterminada de misiones, dejándonos descubrir y recorrer todo lo que el reloj nos permitiese. Con total libertad de acción y tras familiarizarnos brevemente con nuestro personaje y su equipamiento, nos abrimos paso a través de una gruta que nos descubrió el paisaje de Skyrim en todo su esplendor, un momento mágico que a fuerza de grandeza visual nos sobrecogió hasta el punto de hacernos perder unos minutos observando cómo se desarrolla la vida en esta zona situada al norte de la ciudad imperial. Una terrible ventisca de nieve nos daba la bienvenida y nos avisaba que los frondosos y verdes parajes de Oblivion habían quedado tan atrás como los tiempos de paz y tranquilidad. Frente a nosotros se alzaba un universo tremendamente realista en su faceta plástica y atmosférica, un universo que se configura como un certero movimiento que intenta plasmar objetivamente la realidad de una sinceridad ficticia. A la sobrecogedora y detallada visión de un extensísimo territorio por explorar se unieron las primeras misiones que pudimos emprender. Tras deambular un rato por la zona luchando con algunos animales salvajes, nos dirigimos hasta un punto en el que encontramos tres piedras sobre una superficie circular. Al tocarlas, recibimos la primera bonificación, la bendición del ladrón, una característica que nos permite aumentar nuestro nivel de aprendizaje en habilidades basadas en el sigilo. Este tipo de recompensas basadas en la exploración serán muy comunes en todo el territorio, de hecho nos confirmaron que incluso en los lugares más recónditos de Skyrim se podrán encontrar algunos secretos.
Poco a poco y sin alejarnos demasiado de la zona inicial, comenzamos a recibir misiones de poca importancia, como recados que se pueden solventar de diferentes maneras para beneficiar a una u otra parte implicada en el conflicto. Continuamos la exploración del territorio investigando dentro de algunas casas, acumulando pociones, enseres varios, y forzando algunas cerraduras (las cuales calcan literalmente las mecánicas de Fallout en detrimento de lo visto en Oblivion) para partir en busca de aventuras mayores. Tras pasar por varias localizaciones, nos topamos con unas imponentes ruinas. Todo apuntaba que habíamos encontrado algo inquietante o por lo menos grande. No nos equivocábamos. Tras eliminar algunos enemigos de diferente condición y superar una complicada trampa nos topamos con una zona repleta de telarañas, un poco más adelante un hombre nos solicita ayuda desde la formidable, aunque incomoda estancia que le había preparado una enorme araña que no duda en hacer acto de presencia reivindicando la legitimidad de la pieza cazada. Una vez eliminada la amenaza liberamos al hombre y le ayudamos voluntariamente, acto que le animó a unirse a nosotros, aunque poco después fuera despachado por una manada de cuadrúpedos. Aun así, algunos compañeros asustaron al rehén forzando alguna recompensa, lo que derivó en varias opciones: acabar con su vida para cobrarse la recompensa o bien dejarle escapar libremente. Este detalle invita a pensar que se han planteado varias soluciones a las misiones, además de reforzar la importancia que tendrán nuestras conversaciones en el desenlace de la aventura.
Durante el resto de la demo pudimos disfrutar de varias misiones que revelan parte del contenido del juego, por lo que vamos a obviarlas con el fin de no arruinar o inducir la dirección de la experiencia en este breve tramo. Tan solo os podemos anticipar que uno de nosotros alcanzó a luchar contra un dragón en una sucesión de escenas cargadas de acción y momentos épicos, pero debido a la falta de tiempo quedaron en tablas y pospusieron su enfrentamiento hasta su llegada a España.
Mejorando la fórmula
Han pasado cinco años desde el lanzamiento de Oblivion y esta brecha temporal se deja notar en Skyrim, que mejora en prácticamente todos sus apartados. Como adelantábamos, cada habilidad dispone de su propia trayectoria y nivel, que se irá incrementando según el uso que le brindemos. De todos modos contamos como es costumbre con un medidor de experiencia general que nos otorgará puntos de experiencia que se gastan en una tabla de habilidades perfectamente dispuesta a modo de constelación, donde cada estrella supone una especialización.
Gráficamente el juego marca un nuevo hito en su género. Se han mejorado notablemente las animaciones y la vista en tercera persona se presenta muy satisfactoria. En cuanto a las mecánicas de combate destacar algunos puntos importantes, como la regeneración automática de magia y vida, que aun recuperando consistencia muy poco a poco, no nos evitará el uso de pociones. Otro elemento que se estrena son las ejecuciones a cámara lenta, algo accesorio pero que brinda un acabado final más épico a los combates. También se pueden realizar pequeños combos y se puede golpear con el escudo en la distancia corta. Los menús se han simplificado, se elimina el pergamino que servía de base en Oblivion para dar paso a un menú flotante. Se pueden asignar habilidades o accesorios en los botones de la cruceta de dirección a modo de inventario rápido.
Conclusiones
The Elder Scrolls V: Skyrim cumple con lo prometido y supera lo esperado. Las ganas de tener el juego en nuestras manos han pasado de lo razonable a lo obsesivo tras la sesión de juego que pudimos disfrutar en las oficinas de Bethesda, que completa un nuevo hito en su historia, marca una nueva línea y mantiene un nivel excepcional en todos sus apartados. La apuesta más ambiciosa de la compañía está a punto de llegar cargada momentos mágicos, un apartado gráfico de impresión, una climatología dinámica que funciona tan bien que es capaz de absorber al jugador y las novedades justas, las que necesitaba un monstruo de la serie The Elder Scrolls. Un nuevo monstruo que viene dispuesto a ocupar el trono en su género.