Cierto es que PES no se encuentra en su mejor momento, de hecho algunos podrían añadir que es una saga moribunda. Desde que Electronic Arts decidió destinar una gran inversión y algo más de empuje a sus estudios canadienses para mejorar su saga FIFA, la marca de Konami ha estado ocupando la otra cara de la moneda, la cara en la que no brilla el sol. A pesar que la trayectoria de la franquicia en la actual generación ha sido claramente descendiente, las últimas entregas han logrado recuperar algo de la gloria perdida. Estas parecían otorgar un nuevo sentido a la saga sobre hacia qué dirección debían ir. Véase unos controles aptos únicamente para expertos, nada de filigranas por arte de magia o la incorporación de nuevas mecánicas como el control del segundo jugador. Estos elementos han intentado revolucionar la jugabilidad y hacer que PES se distanciase un poco de FIFA proponiendo una jugabilidad menos simple y más novedosa.
Nueva temporada, nuevos aires
De modo que este año, Pro Evolution Soccer está dispuesto a dejar a sus exigentes fans con un buen sabor de boca gracias a la incorporación de bastantes novedades, una de ellas es el Player ID, qué consiste principalmente en que los jugadores más famosos del planeta futbol tendrán una fiel representación virtual en el simulador, incorporando sus regates más conocidos, sus movimientos característicos, su figura biométrica y sus caras en una representación fotorealista virtual. De todas maneras, es cierto que Pro Evolution Soccer siempre ha puesto especial énfasis en estos detalles, de hecho, a pesar del actual desfase gráfico de la saga, los jugadores más famosos de PES ya contaban anteriormente con un aspecto bastante mejor reflejado en la mayoría de los casos que los jugadores de la saga rival. Otra novedad bastante interesante y que puede crear escuela es el denominado Full Control. Un sistema que nos permite realizar acciones más precisas y complicadas con el balón. Dispone de un rango de acción de 360 grados, esto permite que los partidos sean bastante interesantes, y exige cierta habilidad para llegar a manejarlo completamente, siendo esta nueva característica, además, un aliciente para los jugadores más expertos. El sistema también logra que el jugador no tenga que recurrir a los pases tradicionales, lo que muchas veces supone que el balón no llegue a su destino o no en las condiciones adecuadas. Otra característica del Full Control es el control al primer toque, y el driblling de precisión, que permite jugar al primer toque como si se tratase de un partido de patio de colegio o una exhibición del Brasil del Joga Bonito. Pero en PES 13 no solo se juega al ataque, y los sistemas defensivos también salen beneficiados de este nuevo elemento de control, permitiendo sincronizar a toda nuestra defensa con tan solo dos toques seguidos al botón de defensa, algo que evitará que nuestras líneas se rompan o se distancien demasiado unas de otras.
Ciertamente esta incorporación supone todo un acierto y hace que la jugabilidad alcance una nueva dimensión y más profundidad, lo que en si mismo ya supone una pequeña revolución.
Con la misma piedra
La parte negativa de PES 2013 no varía demasiado con respecto a lo visto en las últimas temporadas. Aunque se ha reducido notablemente la velocidad en la que se mueven los jugadores, la nula renovación gráfica y la ausencia de un buen numero de físicas punteras contrasta directamente con la aplicación de las buenas ideas jugables que incorpora esta temporada, y en ningún caso se complementan con grandes reformas en el apartado gráfico. De todos modos, Konami es consciente que la guerra por la vertiente gráfica se perdió hace mucho y como excusa se centra en las novedades jugables dejando los apartados técnicos en suspensión hasta la próxima generación, con varios rumores en circulación como el uso del nuevo Fox Engine de Kojima Productions para las nuevas entregas de la saga. En resumen, Konami ha hecho grandes progresos y ha incorporado interesantes novedades en la edición para esta temporada pero vuelve a tropezar con las mismas piedras, lo que en definitiva supone alargar esta particular guerra contra sus propios seguidores, no con la competencia directa.