Por suerte, de vez en cuando nos encontramos con propuestas transgresoras que pretenden saltarse los límites establecidos por el mercado poniendo entre las cuerdas al usuario, planteándoles dilemas inimaginables y forjando en su mente escenas que difícilmente serán olvidadas. La ética y la moral se desdibujan y, para los espectadores más atrevidos, comienzan a florecer en su psique una serie de esquemas mentales que rompen por completo la lógica que impera en el mundo real.
Bajo estos parámetros se anunció, hace unos años, un proyecto financiado en Kickstarter que venía a romper cualquier barrera ética procedente del entretenimiento digital: ‘Agony’. La producción, que se presentó en un video promocional que nos ofrecía una visión del inframundo sangriento, despiadado y grotescamente sexual, despertó el interés de los usuarios y consiguió financiarse en poco tiempo. El resultado final ya está disponible en tiendas, y, pese a que la producción de MadMind nos pone en situaciones realmente asquerosas, en el sentido propio de la palabra, el videojuego no ha logrado alcanzar las expectativas creadas por culpa de una censura necesaria, unas mecánicas toscas y un apartado técnico irregular.
Bienvenidos a la visión más cruda del infierno cristiano
La premisa de ‘Agony’ comienza con fuerza. Encarnamos un alma que es arrastrada al inframundo y nuestro objetivo no será otro que encontrar a la Diosa Roja del infierno, la única capaz de liberarnos del sufrimiento eterno. Dar con ella no será tarea fácil, y, mientras recorremos un averno virtual especialmente macabro, seremos testigos de un perverso mundo que nos obligará a detenernos en más de un momento para recomponer nuestra mente –y estómago-.
Las mecánicas del título apuestan por una mezcla entre exploración y juego de terror. Indefensos y sin la posibilidad de contraatacar, nuestro protagonista incorpóreo tendrá que emplear el sigilo para evitar ser víctimas de los verdugos que habitan en el infierno. Aguantar la respiración o utilizar objetos como señuelo serán algunas mecánicas que llevaremos a cabo durante la partida, pero también encarnaremos a otros condenados –y, más adelante, a las criaturas del averno- para controlar sus cuerpos y avanzar en nuestra empresa.
El primero de los errores que encontramos en ‘Agony’, más allá de su tosco control en determinadas ocasiones, es la estúpida e imprevisible inteligencia artificial con la que se ha dotado a los enemigos. De hecho, nos hemos llevado más de un susto por el comportamiento errático y dicotómico de los enemigos: o nos detectan a leguas y nos aniquilan rápidamente o pasan por nuestro lado sin pestañear ni reparar en nuestra presencia. El resultado de esto es una tensión constante a la vez que inadecuada, lo que nos llevará a la frustración y a soltar improperios frente a la pantalla.
En este sentido, tampoco ayuda que el progreso de la aventura esté supeditado a los diferentes puntos de control que nos encontramos por el escenario. Como en la gran mayoría de producciones modernas, el título guarda el progreso automáticamente, pero, a diferencia del resto, únicamente tendremos tres oportunidades para continuar desde ese punto. Es decir, que si morimos tres veces –y moriremos muchas más, os lo aseguramos- el punto de control quedará anulado y al morir una cuarta vez regresaremos al punto anterior. El sistema es interesante, ya que obliga a agudizar los sentidos y a mantener la tensión necesaria como para reaccionar a tiempo. Sin embargo, los fallos en el control y la inteligencia artificial hacen que tengamos la sensación –certera- de que las muertes no han sido culpa nuestra, sino del videojuego.
Sangre, vísceras, cuerpos desnudos y neonatos mutilados
Lo más interesante de ‘Agony’ es, sin duda alguna, su dirección artística. La macabra interpretación de los polacos a la hora de crear un infierno tridimensional es digna de mención, sobre todo por la gran cantidad de elementos surrealistas, lúgubres y siniestros que aparecen en pantalla. Cuerpos empalados, mutilaciones frecuentes, ríos de sangre y depravación sexual son algunos de los conceptos que se mezclan y se tiñen con el color rojo, ofreciendo un contenido explícito suficiente como para sacarle los colores al jugador más maduro.
Por desgracia, el nivel técnico con el que se desarrolla este interesante –y poco frecuente- estilo artístico no está a la altura, degenerando así en un apartado gráfico irregular, más pendiente de cargar unas texturas horrorosas que a ofrecer un contenido visual a la altura de lo esperado. De hecho, existe un bajón técnico evidente si comparamos el primer video promocional de la obra y el producto final, algo que no perdonarán ni los usuarios más técnicos ni los mecenas del videojuego. La sensación final es que el título, en todas sus versiones, pero especialmente en videoconsolas, necesita todavía una serie de retoques y optimizaciones para ofrecer la experiencia de juego prometida. Caídas en la tasa de imágenes por segundo, falta de sincronización vertical y una carga de texturas tardía empañan, por completo, una dirección artística que encogerá el corazón del más experimentado. Y es una pena, ya que con un poquito más de trabajo el título podría brillar con luz propia, sobre todo conociendo la trayectoria del motor gráfico empleado para la ocasión –Unreal Engine 4-.
Una ocasión desaprovechada
En esencia, ‘Agony’ es una aventura que bebe mucho de las aventuras pasilleras en las que tenemos que ir dando tumbos por el escenario. Si bien es cierto el título tiene algunos combates interesantes contra jefes finales, la gran mayoría del tiempo la pasaremos brincando entre sombra y sombra sorteando monstruos y entes oscuros. La estructura lineal y la inclusión de algunos puzles superfluos –como recoger y colocar en un punto un objeto determinado o dibujar con nuestra propia sangre un símbolo determinado- no terminan por ofrecer una estructura de niveles profunda, sino que únicamente sirven para distraernos antes de volver a centrar nuestra atención en la Diosa Roja.
Por otra parte, y si sabemos perdonar los errores más graves del conjunto, debemos decir que la obra viene repleta de contenidos y modos para estirar más aún nuestro paso por el infierno. Si la campaña principal de la aventura puede superarse, según nuestra pericia y paciencia, en unas diez horas; el modo Súcubo –una especie de juego “nuevo +” encarnando a este monstruo en forma de mujer- nos llevará a revivir la aventura desde otro punto de vista con poderes demoníacos; por su parte, el modo agonía nos llevará a un infierno infinito generado proceduralmente para competir contra la comunidad de jugadores. Las opciones son diversas y, si hacemos una inmersión intensa en el videojuego también sumaremos varias horas recogiendo coleccionables y desbloqueando el contenido artístico que incluye la aventura.
A nivel acústico, el videojuego cuenta con una banda sonora que acompaña las luces y sombras. Sin destacar demasiado, pero cumpliendo perfectamente su cometido, las partituras reflejan la perversión del ser humano y la visión del inframundo en todo momento, gracias, además, a unos estupendos efectos sonoros –mención especial a los llantos y gritos humanos- que nos ponen la piel de gallina. El doblaje, en inglés, también está a la altura de lo esperado, y los textos en castellano aseguran que el jugador se entere en todo momento de la trama y los objetivos de la aventura.
Conclusiones
Por desgracia, el bajón técnico y los problemas en algunas mecánicas han empañado una obra que pretende romper algunos estereotipos clásicos de la industria pero que, lamentablemente, no ha sabido hacerlo de forma adulta. Al final, ‘Agony’ se resume en un descabellado paseo por un infierno regular a nivel técnico y un estilo audiovisual que, aun sorprendiendo por su crudeza y desfachatez, se ve lastrado por un control deficiente. Esperamos que algunos de estos problemas se vean solventados con parches adicionales. Mientras tanto, y si somos lo suficientemente valientes –y pacientes-, encontraremos en el título de MadMind un auténtico viaje de locura y sufrimiento que dejará en nuestro cerebro alguna que otra imagen imposible de borrar.
Agony - Launch Trailer
