Pero rebobinemos para tener mejor perspectiva. 'Death Stranding', la nueva obra del creador de 'Metal Gear Solid' que promete ser uno de los títulos del año, sale a la venta el 8 de noviembre. Antes, dada la magnitud del acontecimiento, se decidió organizar un evento en el que, casualmente o no, había cinco hombres, representantes del mundo del cine, cómics y videojuegos. Recuerdo ver el cartel de la convocatoria, reconocer a casi todos los ponentes y no fijarme en la ausencia de mujeres en el cartel, quizá fruto del universo eminentemente masculino que han sido los videojuegos durante tantos años.
Y quizá este tema, mejor o peor llevado, se hubiera quedado ahí de no ser por el tuit de Azul Corrosivo, alias de la periodista especializada Laura Gómez, que escribió: “Ponerse un lazo morado el 8M no es suficiente: llamar a mujeres profesionales para que aporten sus conocimientos y su trabajo diario hace más por nosotras que incluirnos en la trigésima mesa sobre machismo en la industria”.
< p lang="es" dir="ltr">Ponerse un lazo morado el 8M no es suficiente: llamar a mujeres profesionales para que aporten sus conocimientos y su trabajo diario hace más por nosotras que incluirnos en la trigésima mesa sobre machismo en la industria. https://t.co/ItQi8fiv6G— azulco ???? (@AzulCorrosivo) November 2, 2019
Razón no le faltaba, desde luego. Pero todo saltó por los aires cuando el moderador de la charla, Ángel Luis Sucasas, comenzó a escribir una serie de tuits incendiarios en los que aseguraba que "cuestionar la pertenencia de cualquiera de los invitados a esa mesa es cuestionar nuestra profesionalidad" y que "hay que dejar de pedir cuotas".
La mecha estaba encendida y la explosión no tardó en llegar, con un número cada vez más grande de personas, tanto profesionales de los videojuegos como usuarios, sumándose a un colosal intercambio de descalificaciones entre las que “feminazi” o “hembrismo” fue de lo más suave que se escribió. En medio de esta polémica, la propia Laura Gómez y la autora Iria G. Parente pusieron de relieve un problema más grave: cómo se veta a las mujeres en ciertos espacios por alzar la voz y cómo ellas a su vez se ven obligadas a autocensurarse para no ser tachadas de problemáticas.
< p lang="es" dir="ltr">Estoy leyendo cosas a partir de esta polémica que me están dejando alucinado. Insultos de un nivel inaudito. Me niego a tuitear nada más respecto al tema. Jamás imaginé que se pudiera llegar a semejante nivel de odio. Y no lo digo hacia mí. Digo entre gente.— Ángel Luis Sucasas (@ngelLuisSucasas) November 4, 2019
“Estoy leyendo cosas a partir de esta polémica que me están dejando alucinado. Insultos de un nivel inaudito. Me niego a tuitear nada más respecto al tema. Jamás imaginé que se pudiera llegar a semejante nivel de odio”, escribía –tratando con poco éxito de cerrar la controversia– Sucasas, al que ya han relevado de su puesto de moderador. Como publicaba la web especializada Vandal, también responsable del evento, “los organizadores estamos al tanto del debate generado y tras valorar todas las opiniones hemos estado trabajando para completar el cartel de invitados a la mesa redonda”. Un cartel en el que finalmente han entrado dos mujeres, pero que más de uno ha considerado un simple lavado de cara.
< p lang="es" dir="ltr">Nuevos asistentes a la mesa redonda de lanzamiento de Death Stranding en FNAC Callao https://t.co/8gXfHAvNNc— Vandal (@VandalOnline) November 5, 2019
¿Existe pues sexismo en la creación de videojuegos y en la propia industria? No tenemos que remontarnos mucho en el tiempo para recordar el caso Gamergate, que puso de relieve la deliberada campaña virtual para atacar a mujeres relacionadas al escenario gamer. E incluso la propia presidenta de la asociación de desarrolladores españoles, Valeria Castro, ha declarado recientemente que "el machismo en los videojuegos va más allá del acoso y la violencia". En cualquier caso, queda mucho camino que hay que recorrer.