Una isla preciosa alejada de todo lo conocido
A diferencia de ‘Braid’, cuya narrativa cautivó desde el primer momento, ‘The Witness’ no cuenta con un hilo argumental propiamente dicho. Comenzamos nuestra travesía en un lugar inhóspito en el que se nos presentan un par de puzles introductorios que servirán para darnos a conocer las intenciones de la obra. Nadie nos guiará por el camino, los tutoriales son inexistentes, y nuestro protagonista, al que únicamente reconoceremos por su sombra, sólo cuenta con la pericia del jugador para avanzar en su viaje.
De esta manera, completaremos los primeros puzles subterráneos en los que tendremos que recorrer pequeños laberintos formados en paneles. A medida que vayamos resolviendo estos enigmas simplones, iremos adquiriendo nuevas competencias que nos darán pistas para puzles posteriores. En general, la gran mayoría de acertijos que incluye el videojuego son fácilmente reconocibles, pues están ubicados en paneles repartidos a lo largo y ancho de la isla. Sin embargo, una vez en la superficie, comenzaremos a darnos cuenta de cómo la curva de dificultad comienza a aumentar progresivamente, dándole un toque de atención al jugador para hacerle entender que la paciencia es una de las virtudes necesarias para llegar al final del camino.
El primer elemento que nos ha asombrado de este ‘The Witness’, más allá de considerarlo como un excelente juego de puzles, es su apartado artístico. En materia gráfica el título cumple a la perfección, con una isla muy bien recreada que cuenta con unos modelados simples potenciados con un diseño artístico que asombra. La paleta de colores está muy bien contrastada, dándonos la sensación de que estamos recorriendo una obra de arte, y cada zona de la isla queda representada a la perfección por una tonalidad determinada. Castillos, presas de agua, desiertos, zonas forestales y refugios subterráneos, entre otros, son algunas de las diez zonas de las que se compone la isla, todas perfectamente caracterizadas con un buen puñado de detalles que nos harán detenernos entre puzle y puzle para contemplarlas como es debido.
No queremos desvelar demasiados detalles del argumento, que va componiéndose a medida que solventamos puzles y escuchamos algunas grabaciones esparcidas por el entorno. Eso sí, advertimos al jugador de que habrá que tener mucho ojo para poder comprender en toda su extensión lo que Jonathan Blow nos ha preparado para la ocasión.
Un proceso de aprendizaje constante
Con una vista en primera persona, el jugador tiene la oportunidad de recorrer la isla en toda su extensión. Si bien es cierto que hay algunas zonas bloqueadas que tendremos que abrir solventando puzles, la intención del creador es darle al jugador manga ancha para vivir su propio viaje. Los puzles están divididos en bloques de dificultad gradual, y cada uno cuenta con sus propias leyes y normas, que tendremos que comprender en primer lugar –sea mirando el entorno, solucionando algunos más fáciles, usando lápiz y papel-. El súmmum de la dificultad lo encontraremos cuando tengamos delante puzles que integran diferentes normas, lo que nos obligará a repensar la estrategia y a darle todavía más al coco. Por ejemplo, tenemos puzles donde tendremos que completar un laberinto pasando antes por ciertos lugares recogiendo pequeñas esferas; poco después tendremos, lo mismo, pero dividiendo diferentes figuras de colores; más adelante se integrarán figuras geométricas; y así con la gran mayoría de bloques. También encontramos puzles donde es el entorno quien nos da la solución, por lo que tendremos que ir ojo avizor para no pasar por alto ese detalle imprescindible para la resolución del acertijo.
Por suerte, no existe un orden predeterminado para completar los acertijos más allá de desbloquear ciertas zonas. Será natural, pues, encontrarnos con diferentes bloques de puzles: algunos asequibles, otros no tanto, e incluso otros que hemos pasado por alto. Es por ello que recomendamos paciencia, lápiz y papel, así como una retirada a tiempo de la aventura antes de sobrecargar nuestro cerebro. Si una zona se nos resiste puede ser por que hayamos pasado por alto otros puzles que explican, con la práctica, las reglas del juego; aunque también puede deberse al desgaste neuronal tras una larga sesión con el mando. En cualquier caso, la mayoría de enigmas están unidos a través de un cable –o simplemente están colocados consecutivamente-, por lo que siempre sabremos, en cierta medida, hacia donde ir.
Sin embargo, debemos advertir que ‘The Witness’ cuenta con algunos inconvenientes ajenos a su creación. Su concepción no está prevista para la gran masa de jugadores, sino que se centra, sobre todo, en los amantes de los acertijos y los usuarios más curiosos. Cualquier participante que busque algo más que puzles y exploración deberá buscar otro juego para saciar sus necesidades. Al mismo tiempo, su precio de venta al público supera con creces la media del mercado digital, lo que, sumado a su arriesgada apuesta, puede echar para atrás a más de uno. En cualquier caso, y siendo francos, la sensación de realización al completar un acertijo que lleva horas dándonos dolor de cabeza es tan grata que bien merece su precio. De hecho, la duración del título supera las 30 horas de juego, llegando hasta las 50 horas siempre en función de la pericia del jugador –y de su habilidad para no ser tentados por tutoriales o guías de juego-. Sin ir más lejos, Jonathan Blow ha declarado que sólo el 1% de los jugadores logrará completar todos los puzles que componen el videojuego.
Conclusiones
‘The Witness’ es una de las apuestas más arriesgadas del mercado digital, y también una de las obras más vistosas del presente año. Jonathan Blow ha sabido trasladar y multiplicar los puzles de ‘Braid’ llevándolos a un mundo tridimensional en el que nos perderemos con cierta intencionalidad. Su puesta en escena es simplemente brillante, con un apartado artístico que nada tiene que envidiar a ciertas superproducciones. No obstante, no es un videojuego que vaya a saborear la gran masa de jugadores, sino que tiene un público muy bien definido. Aquellos amantes de los puzles, de los videojuegos que nos obligan a pensar y repensar la situación, los fieles de lo desconocido y los curiosos más atrevidos tienen una cita ineludible con un videojuego que no dejará indiferente a nadie.
The Witness – Trailer