Ahora, cinco años más tarde, y después de su anuncio durante la conferencia de Microsoft en el E3 de 2016, aparece en el mercado ‘State of Decay 2’, un título que recoge las virtudes de su predecesor e introduce algunas mecánicas nuevas, como por ejemplo su modo multijugador. Hablamos del segundo título exclusivo –compartido con Windows 10- de la sobremesa estadounidense en lo que va de año –detrás de ‘Sea of Thieves’-, algo que, para muchos y con razón, es insuficiente. Sin entrar a valorar este matiz, en el presente análisis exploraremos qué nos ofrece este título de supervivencia que, además de llegar a precio reducido al mercado, también está incluido de forma gratuita para los suscriptores del servicio Game Pass. ¿Preparados para sobrevivir con apenas una mochila y los restos de basura que encontremos por ahí?
Sobreviviendo entre humanos, zombis y oscuridad
Al igual que ocurrió con el ‘State of Decay’ original, Undead Labs ha decidido alejarse de los estereotipos más concurridos del género para presentar un mundo abierto que, sin ser excesivamente enorme –algo que intimida al jugador novel y que aburre al jugador experimentado en mundos abiertos -, se aleja de los núcleos urbanos para ofrecernos un entorno mucho más agrícola, donde los espacios abiertos y las edificaciones familiares son una constante.
Nuestra aventura comienza escogiendo –si así lo decidimos- entre cuatro parejas de supervivientes que, debido al holocausto, se han aliado para sobrevivir, aunque también podremos optar por una selección aleatoria y comenzar una comunidad desde cero. Undead Labs declaró en su día que la historia tendría un peso fundamental, aunque la realidad es que seremos nosotros, los jugadores, quienes vayan definiendo el viaje con cada paso. De hecho, al principio de la partida optaremos por uno de los tres mapas de los que se compone el juego, cada uno con sus propios personajes, misiones y motivaciones, aunque posteriormente visitaremos las demás localizaciones. El hecho de no crear un personaje desde cero, sino que únicamente podremos controlar a los personajes que vayamos encontrando –alternando entre ellos cuando queramos o cuando la partida nos lo permita- hace que vayamos encariñándonos con unos u otros, al mismo tiempo que odiaremos al resto por su visión del conflicto. Y así, poco a poco, comenzamos a entender lo que supone gestionar una comunidad de supervivientes, algo que, advertimos, no es tarea fácil.
¿Cómo gestionar la comunidad? Pues principalmente recorriendo y peinando cada estructura que veamos del mapa en busca de recursos, como comida, medicinas, armas, gasolina, etcétera. Sin embargo, a diferencia de otros exponentes del género, nuestro inventario es muy limitado, ya que sólo podremos llevar una mochila de recursos por personaje –a no ser que tengamos un vehículo y utilicemos su maletero-. Esto se traduce en constantes idas y venidas hacia el piso franco, lo que merma físicamente a los personajes, obligando al jugador a cambiar entre ellos para que los más activos puedan recuperar energía. Si optamos por explotar un personaje por sus atributos –como buena resistencia o un buen nivel en combate-, debemos saber que la muerte en el juego es permanente, así que igual tendremos que replantear la estrategia para evitar correr riesgos innecesarios.
La tensión durante las partidas es constante, ya sea por el cansancio de nuestros personajes, por el ruido que atraerá a hordas de zombis si buscamos con prisa, por la oscuridad que no nos deja ver más allá de la luz que proyecta nuestra linterna o por el tiempo límite que tienen algunas misiones y que van modulando la partida con cada acción hecha. Podremos, gastando puntos de influencia –la moneda del juego, que iremos ingresando superando misiones, matando zombis, etcétera-, reclamar territorios para añadir recursos constantes o para evitar largas travesías, aunque también son limitados y hay que pensar bien dónde las queremos.
En conjunto, la propuesta de Undead Labs es adictiva, sobre todo si tenemos en cuenta que cada misión requiere de una planificación previa para, insistimos, evitar ser carne muerta. Se le suma el hecho de que algunos supervivientes son más peligrosos y hostiles –incluso- que los propios muertos vivientes, algo que nos hará tomar conciencia de la importancia de conocer a los personajes antes de invitarlos a sobrevivir en nuestro refugio.
Un proyecto humilde disfrazado de superproducción
Uno de los puntos más conflictivos de ‘State of Decay’ fue su apartado técnico, que resultó bastante pobre en comparación con los títulos que aparecieron en su época. En esta ocasión, y gracias al Unreal Engine 4, el título cuenta con unos gráficos más que correctos, aunque no por ello perfectos. De hecho, el título hace gala de unos errores bastante curiosos que, sin entorpecer la partida, hacen que la experiencia de juego pierda enteros en cuanto a inmersión. Hablamos de barreras invisibles, puertas que están abiertas y que tendremos que abrir de nuevo o enemigos que flotan o se quedan inmóviles en desniveles, entre otros.
Si bien es cierto los escenarios y la ejecución del juego funciona sin problemas, son las animaciones y el rendimiento lo que empaña la experiencia final. En PC, con un ordenador medianamente decente, el título corre perfectamente. Sin embargo, en Xbox One y su revisión posterior, el título no está bien optimizado, lo que esperamos vaya solucionándose mediante parches a medida que pasen las semanas.
En cuanto a la ambientación y la dirección artística, el estudio ha querido ofrecer una mirada mucho más vistosa –y menos tétrica- que en otras propuestas. Cuando el sol está en lo alto, los colores y los matices se aprecian a la perfección; cuando la luna aparece es cuando comenzamos a tener problemas con la oscuridad. La mayor parte del mapeado de ‘State of Decay 2’ es rural, y se nota tanto en las estructuras que la componen –campos de refugiados, casas deshabitadas, ruinas, etcétera- como la propia jugabilidad.
La música, por su parte, es bastante notable, con algunas composiciones que recuerdan al magistral trabajo de John Murphy en ’28 días después’. Sin embargo, el doblaje –en inglés- parece carente de emotividad. Algunas interpretaciones están a la altura, pero, por lo general, el nivel es bastante deficiente. Tampoco ayuda el hecho de que el título nos ha llegado con subtítulos en inglés de forma automática, sin selector de idioma a pesar de que la obra cuenta con textos en español de México. Habrá que hacer una triquiñuela –cambiar el idioma y la región de la videoconsola en su configuración a México- para poder ver los subtítulos en el lenguaje correspondiente. Se espera, eso sí, que durante las próximas semanas se actualice la obra con los textos adaptados al español de España.
Complejo, adictivo y, sobre todo, divertido
Para cerrar, debemos advertir que la vertiente multijugador prometida por la compañía ha llegado de forma un tanto descafeinada. Este modo, de hecho, es uno de los grandes alicientes de la secuela, y, pese a que se disfruta, no podemos dejar de pensar en lo que supondría un mundo persistente en el que cooperar y competir contra otros usuarios que luchan por sobrevivir. De hecho, las opciones multijugador se reducen a partidas de cuatro jugadores en el que el anfitrión tiene todo el poder, dejando el papel de los compañeros –sean amigos o desconocidos a los que pedimos ayuda lanzando una bengala- a meros ayudantes con los que buscar juntos provisiones o hacer batidas de zombis para beneficio del anfitrión. En este sentido, es una pena que dicha vertiente se haya quedado en un quiero y no puedo.
Conclusiones
En cualquier caso, ‘State of Decay 2’ aparece en Xbox One a precio reducido ofreciendo decenas de horas de diversión para los amantes de la aventura, la gestión, y, por supuesto, los zombis. La obra de Undead Labs cumple con nota, aunque no llega a ofrecer, quizá, lo que se prometió en su día. Si sabemos perdonar estos fallos y no nos hacemos demasiadas ilusiones en su vertiente multijugador, sabremos degustar un cóctel de exploración y tensión más que digno. Si por el contrario somos del tipo de jugador que no perdona una, quizá deberíamos buscar otro título acorde con nuestras necesidades. En cualquier caso, y como decíamos al inicio del artículo, que el videojuego esté dentro de la suscripción Game Pass es perfecto para probar sus virtudes –y descubrir sus errores-, por lo que apenas hay excusa para probar el enésimo videojuego de zombis en lo que va de generación.
State of Decay 2 - Gameplay Launch Trailer