Si hiciéramos el símil con un recién nacido, ‘RAGE 2’ habría heredado los ojos de uno y la mirada del otro, una percepción que ya se deja sentir en la primera hora de juego. Claro, los dos estudios no tienen necesariamente en mismo nivel: la trayectoria y el palmarés de id Software es inalcanzable dada su antigüedad y excelencia, mientras Avalanche, un estudio mucho más joven, se encuentra en uno de sus mejores momentos.
El arte de disparar
Si nos atreviéramos a realizar un listado con los estudios que han trabajado en juegos de disparos, ninguno, y hay que subrayarlo: ninguno, se acerca al nivel de id Software. El equipo fundado, entre otros, por John Romero y John Carmack -dos gigantes de la industria-, que, a comienzos de los años 90, vendrían a definir el estándar para los denominados shooters. Un estilo crudo, sin condimentos, que requería mucho del jugador, todo lo contrario de las exquisitas y plácidas experiencias que nos asolan hoy. Estos nuevos exponentes de género carentes de frescura, entregados a la complacencia del usuario ahora se las tienen que ver con ‘RAGE 2’, que no tiene el menor reparo en vestirse a la vieja usanza, aunque, para esto, se deje llevar por un planteamiento alocado y divertido, nada serio. Aquí nadie necesita un drama o un entorno gris y marcial. ¿Por qué? Pues porque rebosa humor, las mecánicas de tiro del juego son impecables, corre a fluidez absurda en cualquier sistema y, sobre todo, no debe saldar cuentas con los ‘Doom’ incluido el de 2016 o los nuevos ‘Wolfenstein’.
Narrativa ligera, cómica y meramente funcional
Aunque la franquicia acaba de recibir su segunda entrega, el original ya dejaba claro que la narrativa no es uno de sus puntos fuertes, algo que, honestamente, se advirtió a lo largo de su promoción. El objetivo es ofrecer un patio de juegos explosivo, divertido y rápido en todos sus aspectos, el deseado “encender y jugar”, sin adornos, ni barnices que distraigan, aunque sea para aportar una mínima profundidad a la trama. En resumen, ‘RAGE 2’ es un juego descerebrado, en el mejor sentido de la palabra.
Básicamente, hay tres personajes clave: John Marshall, Loosum Hagar y Antonin Kvasir. Por increíble que parezca, el equipo logra conectar el primer ‘RAGE’ con la secuela en algunos momentos, de hecho, muchos de los personajes no jugadores (npc) que estaban presentes en el primer juego, ahora regresan más viejos y con discursos pesimistas. Los tres unen fuerzas para derrotar al General Cross, un tirano que quiere controlar todo el Yermo, un mundo devastado y tomado por facciones.
Las actividades que se expanden por el mapa no ofrecen mucha variedad y, sinceramente, se echan en falta muchas otras cosas para acompañar entre las fabulosas mecánicas de disparos. El objetivo, fin y fondo de las misiones se condensa en entrar, disparar y salir de alguna localización, eventualmente con el aliciente de encontrar algún elemento específico, derribar torres o enfrentarse a los colosales jefes, que combinan elementos demoníacos de ‘Doom’ con el aspecto mecánico de ‘Wolfenstein’. También hay que sumar carreras, arenas con hordas de enemigos y un montón de habilidades que encajan admirablemente a modo de recopilatorio de todo lo que existe en el portafolio de shooters firmado por Bethesda.
Un placer para los gatillos
Sin ningún género de duda, apretar el gatillo en ‘RAGE 2’ es una experiencia gloriosa, excepcional, tanto que a veces es fácil olvidar que la otra mitad del juego corre a cargo de Avalanche, que, a pesar de facturar un trabajo correcto, no es capaz de asomarse al mismo rango de calidad. Sin una extensión exagerada, el mundo abierto de la secuela se alimenta de aquella paleta desértica que tejía el primer juego, cuya arquitectura se recicla en prácticamente todo el mapa, repleto de áreas vacías que provocan cierto sentimiento de desasosiego. La variedad de entornos, no obstante, nos permite explorar pantanos, cuevas e instalaciones industriales que logran, de vez en cuando, desbaratar la tonalidad beige de las arenas, también ayuda la estrepitosa irrupción del rosa flúor, que se ha convertido en el símbolo para representar el apocalipsis en el juego. Pero, en general, nuestros ojos pasan de una ambientación a otra sin ninguna emoción plástica.
Tampoco sirve de mucha ayuda un sistema de transporte que nos lleva de un lado a otro en vehículos que se mueven como una hoja sobre una capa de hielo que se desplaza hacia los laterales, como si fuera un carrito de la compra con las ruedas engrasadas que se va para cualquier lado. Sí, las mecánicas de conducción de ‘RAGE 2’ tienen mucho margen de mejora.
Conclusiones
‘RAGE 2’ es id Software probando convertirse en el soberano de los juegos de disparos, pero eligiendo un socio que no es capaz de cogerle el ritmo y, esto se hace palpable en sus primeros pasos. Ningún otro estudio es capaz de llegar al nivel de robustez de los chicos de la empresa fundada por John Carmack, que logran unos resultados increíbles, sin desequilibrios, manteniendo la precisión de la retícula disparo tras disparo teniendo siempre en cuenta el movimiento del personaje, el tipo de arma y la munición. El uso del armamento prácticamente es un homenaje a nuestras habilidades y disparar es todo un lujo para los gatillos.
Por desgracia el resultado del mundo abierto no acompaña, debido en gran parte a la falta de medida y cohesión en todas y cada una de las partes involucradas. Es como una fiesta de cumpleaños sin regalos, con un payaso borracho y exceso de una tarta no demasiado dulce. Hay fiesta y diversión, pero no hay orden, por lo tanto, es muy probable que, si no se toman medidas, deje de llamar la atención de los invitados.
Pero ‘RAGE 2’ es un juego sincero, se ha presentado tal y como es desde el momento de su introducción y aunque el mundo abierto, hablando francamente, sea muy limitado, así como cualquier otra cosa que no involucre disparar, el balance final del juego sale positivo, siempre que centremos la atención en un aspecto fundamental: la diversión. Algo que no falta en un juego fuerte y rápido con regusto agridulce.
RAGE 2 - Tráiler lanzamiento