Ambientación japonesa sólo apta para mayores de edad
Este nuevo capítulo, que prescinde de las protagonistas Kirie, Sae y Reika, representa una nueva oportunidad para que, en el futuro, la franquicia retome algo de confianza en el mercado europeo. Los rituales macabros y la cultura japonesa han sido, desde siempre, sellos distintivos de la serie. En esta ocasión, el monte Hikami se presenta como cómplice de incontables suicidios y apariciones extrasensoriales que conectan directamente con los tres protagonistas de la trama: Yuri Kozukata, una chica con poderes sobrenaturales; Miu Hinasaki, una niña perdida que busca desesperadamente a su madre; y, por último, Ren Hojo, un escritor que busca la inspiración en el intento de comprender su pasado.
Además de este cóctel de protagonistas, los fantasmas vuelven a tener un papel fundamental demonizando las intenciones de cada personaje. La región, inspirada en un lugar real del archipiélago japonés, atrae a las almas que quieren terminar con su vida, pero el agua oscura vincula el mundo de los vivos y los muertos impidiendo que los espíritus descansen en paz. El trasfondo vuelve a ser muy similar a los episodios anteriores, ajustándose perfectamente a lo que esperan los aficionados de la franquicia.
En este punto, no está de más aplaudir la ambientación con la que Tecmo Koei, desarrolladora de la serie, inspira su producción. Más allá de la claustrofobia generada con estrechos pasillos repletos de sombras, la serie incluye bosques y espacios abiertos que, lejos de proporcionar seguridad, nos harán comprobar cada sombra para evitar ser sorprendidos. Durante la aventura, será frecuente ser cómplices de momentos en los que la tensión puede tocarse con la yema de los dedos: puertas que se abren y cierran lentamente, elementos del escenario colocados estratégicamente para jugar con nuestra mente, y una paranoia virtual que sufriremos si jugamos a oscuras y con unos buenos auriculares. Atrás quedaron exponentes como ‘Resident Evil’, donde la acción frena considerablemente la sensación de indefensión: aquí sólo tenemos una cámara fotográfica.
Y es que Tecmo Koei sabe cómo jugar con los nervios del poseedor del mando. Sin ofrecer demasiados sustos, ‘Maiden of Black Water’ presenta pasajes dignos de mención. Por ejemplo, en una zona hay una serie de macabros juguetes de madera que, posteriormente, cambiarán de posición para apuntar sus miradas hacia nuestras retinas, dándonos la sensación de que en cualquier momento podemos ser víctimas de un susto que, lamentablemente, nunca llega. La tensión, en cualquier caso, es evidente, y el reflejo de apagar la videoconsola nos ha abordado en más de una ocasión.
Sin embargo, nuestros protagonistas no son meras víctimas de los sustos y fantasmas, sino que pueden hacerles frente, y aquí entra uno de los sellos distintivos de la serie: la cámara fotográfica. Nos olvidamos por completo de armas de fuego y nos centramos en una cámara analógica que nos permite dañar a los entes con distintos tipos de lentes y carretes. El GamePad de Wii U, en esta ocasión, hace las veces de objetivo, fomentando la inmersión y perfeccionando un estilo de juego que parece haber sido concebido para la doméstica de Nintendo.
Eso sí, adaptarnos a la sensibilidad y los controles del título puede llevarnos más tiempo de lo esperado, sustos y muertes incluidos, pero una vez aprendidas las mecánicas y teniendo los conceptos básicos dominados, nos sentiremos un poco menos desprotegidos ante los peligros de ‘Project Zero’. Así pues, el GamePad asume el papel de cámara fotográfica, con la que el jugador tiene que apuntar a diferentes ángulos de los fantasmas para frenar su avance. En función de nuestro rendimiento, incluyendo conceptos como el timing, tipo de carrete y objetivo, proporcionamos un daño determinado al ente. Si logramos realizar un disparo fatal, un ‘Fatal Frame’ en honor al título original de la obra, el jugador es recompensado con una secuencia inédita en la que será testigo de cómo murió la persona antes de convertirse en fantasma, enriqueciendo de esta manera la historia y dándole un mayor sentido a la atmósfera. Por ejemplo, si un fantasma ataca con una cuerda será porque, en vida, la persona decidió ahorcarse con el mismo objeto con el que ahora quiere darnos caza. Todo un detalle de lo más macabro.
Chapado a la antigua, con todo lo bueno y malo
Los veteranos encontrarán en ‘Project Zero: Maiden of Black Water’, un videojuego chapado a la antigua. El título no estrena un control revolucionario, y, de hecho, lejos de innovar más allá de la interacción con el mando de Wii U, el título mantiene la estructura clásica de los juegos de terror de PlayStation 2: control limitado, sensación de desesperación en algunos puntos y una cámara que no ayuda son algunos conceptos que, si bien es cierto chirrían entre los nuevos jugadores, ayudan a darle sentido al género.
Sin embargo, el título nos ha parecido un poco más permisivo en comparación con otros exponentes del género. Al basarse en un videojuego dividido en capítulos, nuestra salud se restablecerá cada vez que terminamos una sección de la trama. Tampoco ayuda que el título incluya una cantidad incesante de ítems curativos, reduciendo así la sensación de muerte cercana. Al mismo tiempo, la desarrolladora ha decidido restar importancia a los puzles que tan bien encajaron en capítulos predecesores. De hecho, encontramos muy pocos rompecabezas que impidan avanzar, y sus niveles de dificultad son sorprendentemente nulos, por lo que todo se reduce a ir de un punto a otro prestando un mínimo de atención para continuar avanzando.
Completada la obra, tarea que nos llevará alrededor de 16 horas, siempre teniendo en cuenta la templanza y destreza con el mando, tenemos la posibilidad de revivir la historia con la Ghost List, una lista que nos insta a capturar todos los fantasmas de la región. Al mismo tiempo, los extras en forma de trajes también requieren de ciertos requisitos para ser desbloqueados. Eso sí, los atuendos más “minimalistas” han sido censurados y sustituidos por unos trajes de Zelda y Samus Aran, que, por otra parte, suponen un añadido interesante. La obra, por último, incluye diferentes finales.
Entrando en terreno audiovisual, encontramos un título que mantiene una ambientación por encima de la media. La estética japonesa siempre ha sido uno de los mayores reclamos del género, y aunque el apartado técnico de ‘Maiden of Black Water’ se ve superado por cientos de obras para todas las plataformas, el apartado artístico logra equilibrar la balanza. El punto negativo se lo lleva el doblaje en inglés, demasiado acentuado y carente de carisma. Por suerte, el título incluye un selector de voces, por lo que recomendamos jugar directamente con su doblaje original en japonés y subtítulos en inglés, ya que el videojuego no ha sido localizado en castellano ni en voces, ni en textos de pantalla, una auténtica pena.
Conclusiones
En definitiva, ‘Project Zero: Maiden of Black Water’ supone la entrada de la franquicia para Wii U. El videojuego, que ha llegado tras las plegarias de la comunidad, mantiene parte de su encanto gracias a su ambientación e historia, pero pierde por el camino algunos elementos que hicieron grande la franquicia en sus orígenes. Quizá estemos ante el ‘Project Zero’ que menos emociones directas ofrece. En cualquier caso, el videojuego será del agrado de los amantes de la serie que no pudieron disfrutar de la cuarta parte, amén de que ‘Maiden of Black Water’ se alza como uno de los exclusivos de género más tentadores de la temporada para la doméstica de Nintendo.
Project Zero: Maiden of Black Water - Extremely Spoopy