La historia se centra en el mencionado conejo, Ash, que siendo príncipe y señor del Infierno ve su honor mancillado tras la publicación de unas fotos donde aparece bañándose con patitos de goma. Con una herida psicológica digna de mención, el simpático y endiablado conejo protagoniza una vendetta personal que nos llevará a lo largo y ancho del infierno, donde tendremos que derrotar a los 101 culpables de semejante fechoría.

Bajo esta absurda y divertida premisa, da comienzo un videojuego de desarrollo lineal que nos llevará por todos los rincones del infierno, aniquilando enemigos, taladrando sus partes más profundas y trepando por lugares inhóspitos que nos guardarán más de una sorpresa. Arkedo Studios y su curiosa perspectiva del infierno nos invita a disfrutar de un videojuego donde el humor, las vísceras y la sangre estrechan vínculos.

El desarrollo de la aventura es exactamente idéntica a la de los máximos exponentes del género: para superar un nivel tendremos que recorrerlo en busca de enemigos, con la peculiaridad de que, en algunas ocasiones, tendremos que hacer uso de nuestra sierra circular para taladrar lugares que, en un principio, eran inaccesibles.

Y es que, aunque todo buen juego de acción se resume en una buena infinidad de balas disparadas, Hell Yeah! avanza un paso más presentando un vehículo que nos permitirá hacer verdaderas locuras dentro del inframundo. Pisar a fondo el acelerador arrasando con todo a nuestro paso mientras repartimos justicia divina -lo que se traduce en litros y litros de sangre y vísceras en nuestra pantalla- es algo que sólo puede ofrecer un título que ha sido desarrollado con mimo, mucho mimo, y eso es muy importante.

Para deleite de los jugadores más sangrientos, el videojuego incluye secuencias Quick Time Events, donde tendremos que pulsar una serie de combinaciones correctamente para aniquilar de una vez por todas al enemigo. Estas secuencias -que protagonizan las escenas más grotescas- vendrán precedidas de un diálogo, que nos irá dando más detalles y pistas sobre el desquiciado universo en el que nos encontramos, todo bajo la perspectiva del humor.

Así mismo, será indispensable ir actualizando nuestro arsenal de armas para causar un daño más letal y directo, así como incluir mejoras a nuestro vehículo motorizado, permitiendo el acceso a nuevos niveles para dar caza a los causantes de las fotografías comprometidas. Para ayudarnos en la tarea podemos hacer uso de la brújula, que nos mostrará la ubicación aproximada de nuestros objetivos. Este elemento es importante, ya que los niveles de Hell Yeah! han sido diseñados a conciencia, y, en algunos momentos, puede parecer que estamos completamente perdidos en lo más profundo del infierno.

El ritmo de la aventura es realmente frenético, obligándonos a adecuarnos al control desde el primer momento si queremos salir airosos de la situación. La obra presenta dos controles, siendo el más utilizado el que emplea el segundo joystick para dirigir los proyectiles. El problema de la obra reside, especialmente, en la poca variación que hay en la aventura una vez pasados los primeros niveles. Lo que en un principio impacta sobre nuestra retina como algo novedoso, como es la ambientación y la sangre a borbotones, puede llegar a resultar monótono para el jugador más exigente, que verá como los enfrentamientos finales se repiten una y otra vez.

No faltarán a la cita los coleccionables, que podremos ir comprando en las tiendas del infierno, como por ejemplo trajes para nuestro protagonista. No es lo mismo ir completamente desnudo y sin piel -como empezaremos la aventura-, que ir repartiendo justicia disfrazado de alguna tribu urbana del mundo real. Desbloquearlos todos requerirá completar el juego más de una vez, y los logros, a su vez, potenciarán la rejugabilidad del título de manera acertada.

Del apartado audiovisual hemos hablado a medias. Por una parte, la ambientación y temática 2D que presenta la aventura le viene como anillo al dedo a una jugabilidad a prueba de bombas. Los diseños, como decíamos, rozan lo bizarro y curioso, así como las animaciones, que son de lo más variadas y sangrientas. En cuanto a la banda sonora, la obra prometió, desde su concepción, una composición de partituras donde las guitarras eléctricas se adecuaban al ritmo de juego. Esto ha sido así en parte, ya que Hell Yeah! comienza con una música que utiliza la guitarra como foco principal, con unos ritmos frenéticos que acentúan las primeras partidas y que, progresivamente, va perdiendo fuerza a medida que se repiten una y otra vez los mismos riffs de guitarra. En este aspecto, la música es víctima de su propio frenesí.

Otro aspecto a destacar es la ausencia de voces de la obra. Ni protagonistas ni enemigos tendrán voz más allá de unos ligeros gemidos que dan una idea de la personalidad de los personajes. Es una lástima que un mundo tan propio como el que Arkedo Studios ha creado no cuente con una caracterización a la altura de las expectativas. Por suerte, la obra nos ha llegado con una excelente traducción al castellano, respetando las expresiones coloquiales y traduciendo unos chistes y guiños -a la industria y al mundo en general- que le sacarán alguna que otra carcajada al jugador.

En definitiva, Hell Yeah! La Furia del Conejo Muerto se presenta como uno de esos títulos que brillan con personalidad propia, que toma un concepto y lo hace suyo incluyendo novedades jugables que se adaptan correctamente a los tiempos. Su jugabilidad adictiva y su puesta en escena hacen de él un título indispensable para los amantes del género, así como para aquellos quienes quieran disfrutar de un poco de violencia gratuita tintada de rojo. No obstante, la obra no es perfecta, con una curva de aprendizaje bastante ajustada y que sólo tolerarán los más diestros en el mando. Por desgracia, la obra se desentiende de cualquier modo multijugador, cerrando la puerta a posibles modos competitivos o cooperativos, lo que podría haber aumentado el grado de diversión de la obra.

Hell Yeah! - Announcement Trailer

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Victor Moyano