El regreso de lo añejo
El anuncio de ‘Balan Wonderworld’, videojuego que hoy nos ocupa y que nace directamente de las mentes citadas más arriba, sorprendió por su toque tradicional. Una aventura de plataformas tridimensional de la vieja escuela con personajes lo suficientemente carismáticos como para, al menos, generar una nueva propiedad intelectual. No hablamos de reemplazar al erizo, ni mucho menos, pero sí de darle algo más de variedad a una industria copada de títulos genéricos que provocan más bien poco impacto emocional en el jugador.
En este caso, Balan, un maestro teatrero con ganas de divertirse, invita a dos niños a vivir aventuras dentro de un fantástico y misterioso mundo donde la felicidad y las preocupaciones de la gente se mezclan y libran, como no podría ser de otra manera, una batalla. La trama, que bien podría resultar típica e infantil, es un mejor pretexto para llevarnos a los 12 niveles de los que se compone la obra y comenzar así un videojuego con sabor propio que, a pesar de sus buenas intenciones y del carisma de Balan, tiene algún que otro fallo de ejecución.
El videojuego respira esa esencia y estilo de hace décadas. Si ‘Super Mario’ propone los saltos milimétricos, y ‘Sonic the Hedgehog’ las plataformas a una velocidad vertiginosa, en esta ocasión nos encontramos un título que nos invita a transformarnos una y otra vez a través de disfraces para avanzar en diferentes contextos. Pero veámoslo más a fondo.
El corazón de Balan y la negatividad de Lance en juego
‘Balan Wonderworld’ nos permite encarnar a dos personajes: Leo y Emma, dos adolescentes que llegan al mundo de Balan sin saber muy bien por qué y conocen a los Tim, unas criaturas nacidas de la felicidad. Como contrapunto está Lance, el villano, que explota las preocupaciones de la gente y las transforma en monstruos. Nuestro cometido como jugadores será encarnar a uno de los chicos e ir atravesando los 12 mundos de corazón plagados de las preocupaciones.
La diversión de la obra radica en que nuestros personajes, por sí mismos, son bastante limitados en cuanto a maniobras. Son los vestuarios o atuendos que vamos consiguiendo los que nos dotarán de poderes para recorrer el nivel y llegar hasta el enemigo final de turno. Más de 80 trajes diferentes podremos conseguir, algunos más inspirados que otros, que cambian por completo a nuestro protagonista y le permiten hacer diferentes acciones con los que influir en su entorno, como por ejemplo flotar, romper bloques, estirarnos para alcanzar plataformas lejanas, bailar, saltar, escupir fuego… etcétera.
La esencia que intenta, y a veces logra ‘Balan Wonderworld’, es ir mezclando los trajes en cada ronda para lograr las estatuillas necesarias -y otros coleccionables- para desbloquear el siguiente nivel. Pero hay un truco: sólo podremos equiparnos con un número determinado de trajes, y tendremos que ir recordando qué vestido será necesario en qué sección del mundo para poder acceder a los objetos.
Esto de por si no es malo, ni mucho menos. Sin embargo, el planteamiento del videojuego es que se disfrute con un único botón -la habilidad de cada traje-, por lo que el cambio a veces es constante, y, en lugar de divertir, quizá frustre al jugador por todo el trabajo previo que ha tenido que hacer hasta lograr su objetivo. Amén de que podemos perder los trajes durante la partida.
En este sentido, hay trajes que estarán siempre en nuestro inventario, otros que únicamente estarán para un momento determinado y, como ha ocurrido en nuestro caso, algunos que todavía no hemos descifrado para qué sirven. La Isla Tim, núcleo central del juego y puerta hacia los diferentes niveles, será el lugar donde podremos gestionar el inventario y preparar la travesía, además de interactuar con cierto agrado con los Tims que encontremos por allí.
Cada mundo a lo suyo
A nivel audiovisual, ‘Balan Wonderworld’ ofrece una estética que, ciertamente, recuerda a los plataformas de aquella época en la que los bits eran sinónimo de potencia. Los doce mundos de los que se compone la obra no sólo están perfectamente diferenciados, con temáticas muy marcadas, sino que además cuentan con un diseño lo suficientemente variado como para no caer en el desgaste en términos de jugabilidad.
Si bien es cierto técnicamente no es ningún portento, ni tampoco lo pretende, sí encontramos que a veces el videojuego podría haberse desarrollado un poquito más para ofrecer menos la sensación de añejo y más a un sabor redondeado. La banda sonora encaja perfectamente con cada propuesta de nivel, con algunos temas muy potentes que se nos quedarán grabados en la cabeza mientras que otros simplemente hacen de acompañamiento.
Conclusiones
‘Balan Wonderworld’ atesora ideas maravillosas para un videojuego de plataformas. Como obra completa, el título cumple sobradamente y nos propone un estilo de juego propio y bien definido. Los mundos presentados, las tramas que los acompañan y la jugabilidad basada en los disfraces y en recorrer una y otra vez los escenarios es, para los amantes de los plataformas, un tiro seguro. Sin embargo, quizá para el jugador más entrado en años o experimentado, es posible que esa visión más limitante del juego que obliga a repensar cada entrada de nivel no suponga un divertimento, sino más bien un tedio.
En cualquier caso, la creación de Naka y Oshima sorprende por su originalidad y buenas intenciones. Desconocemos si tras este vendrán secuelas que exploten tanto a los Tims como al fantástico personaje de Balan, pero, sea como fuere, esperamos que el estudio tome nota de los errores para, en una hipotética segunda parte, hagan de este buen juego en un verdadero imprescindible.
Balan Wonderworld - A Hero or Two