Muchos se empeñan en laurear la supuesta falta de creatividad de los nipones para hacer videojuegos, apostando que las extravagantes propuestas nacidas en el imperio del sol naciente sólo apelan a la audiencia local, mientras en occidente lejos de comprenderlos nos preguntamos en que se basan para sacar esas extrañas ideas. Pero la realidad es más fuerte que una constante campaña de desprestigio desmedido sobre las cabezas creativas de muchos de los responsables de la bonanza actual de la industria, tanto en número de producciones como en calidad y variedad de las mismas. Gran muestra de ello lo encontramos en Shadows of the Damned, la conjunción de las mentes más brillantes en la creación de videojuegos japoneses, Shinji Mikami, Suda 51 y Akira Yamaoka.